José Juan Tablada
poesias de José Juan Tablada
poemas
DE ATLÁNTIDA
Lucen del Ocaso los pálidos cobres
y del mar que duerme, los blancos estaños,
y van derramando perfumes salobres
las olas que cantan con tonos extraños.
De pronto, el mar glauco se ve cristalino,
las sombras palpitan de luz salpicadas
y el alba triunfante de un sol submarino
derrama sus luces en aúreas cascadas . . .
Cual pasa en los claros cielos estivales
la nébula errante de un claro de luna,
pasa estremeciendo los verdes cristales
un delfín de plata con su aleta bruna.
En el fondo tiemblan esbeltas arcadas
de ópalos brillantes y ágatas obscuras . . .
¿Es que, obedeciendo la voz de las hadas,
Atlántida tiende sus arquitecturas?
Silenciosa surge del regio palacio,
como iluminada por luces astrales,
La Nereida rubia de ojos de topacio
y frente ceñida de rojos corales.
Y tras ella nada, jadeante y bronco,
a grandes brazadas, el tritón fornido,
el que airado sopla su caracol ronco
y en las tempestades lanza su alarido.
Aparece luego como Anadyomena,
la de voz que arrulla como dulce flauta,
la fascinadora y ardiente sirena,
la que entre sus brazos adormece al nauta.
En alga marina su frente corona,
su vientre escamado fulgura y radía;
parece una heroica, gentil amazona
que viste armadura de oro y pedrería.
Y pasa nadando silenciosa y rauda,
tendiendo en las ondas sus brazos amantes,
mientras que los golpes de su verde cauda
dejan una estela de claros diamantes.
¡Mísero del nauta que surque esos mares!
la onda está quieta; la noche serena;
los astros esplenden y dulces cantares
modula la brisa . . . Pero la sirena,
al mirar la quilla del bajel errante
que el espejo terso de la mar desflora,
lanzará en al noche su canción amante
y el arrullo dulce de su voz traidora! . . .
ONIX
Torvo fraile del templo solitario
que al fulgor de nocturno lampadario
o a la pálida luz de las auroras
desgranas de tus culpas el rosario...
¡Yo quisiera llorar como tú lloras!
Porque la fe en mi pecho solitario
se extinguió como el turbio lampadario
entre la roja luz de las auroras,
y mi vida es un fúnebre rosario
más triste que las lágrimas que lloras.
Casto amador de pálida hermosura
o torpe amante de sensual impura
que vas, novio feliz o esclavo ciego,
llena el alma de amor o de amargura . . .
¡Yo quisiera abrasarme con tu fuego!
Porque no me seduce la hermosura,
ni el casto amor ni la pasión impura;
porque en mi corazón dormido y ciego,
ha pasado un gran soplo de amargura.
que también pudo ser lluvia de fuego.
¡Oh guerrero de lírica memoria
que al asir el laurel de la victoria,
caíste en tierra con el pecho abierto
para vivir la vida de la gloria . .
¡Yo quisiera morir como tú has muerto!
Porque al templo sin luz de mi memoria,
sus escudos triunfales la victoria
no ha llegado a colgar, porque no ha abierto
el relámpago de oro de la gloria
mi corazón oscurecido y muerto.
Fraile, amante, guerrero, yo quisiera
saber qué oscuro advenimiento espera
el anhelo infinito de mi alma
si de mi vida en la tediosa calma
no hay un dios, ni un amor, ni una bandera.
LAS PROSTITUTAS...
Las prostitutas
Ángeles de la Guarda
de las tímidas vírgenes;
ellas detienen la embestida
de los demonios y sobre el burdel
se levantan las casas de cristal
donde sueñan las niñas...
EL GALLO HABANERO
En el matinal gallinero
con el rendimiento caballero,
en torno a su hembra enreda
el arabesco de su rueda
sin cesar el gallo habanero;
cual blanco albornoz el plumón
envuelve su fiero ademán;
¡por su cresta-fez bermellón
y el alfanje de su espolón,
el gallo es un breve sultán!
Junto a la gallina coqueta,
de pronto su blanca silueta
fija en soberbia rigidez,
como el gallo de la veleta
o el caballo del ajedrez...
Echando atrás el cuello empina;
¡y en enfático frenesí,
rasga la matinal neblina,
sobre el jardín que ilumina
con su agudo kikirikí!
SONETO WATTEAU
Manón, la ebúrnea frente,
la de cabello empolvado
y vestidura crujiente,
¡tus ojos me han cautivado!
Eco de mi amor ardiente,
el clavicordio ha cantado
la serenata doliente
y el rondel enamorado...
¡Ven! el amor que aletea
lanza su flecha dorada
y en el mar que azul ondea,
surge ya la empavesada
galera flordelisada
¡que conduce a la Citerea!
JAPÓN
¡Áureo espejismo, sueño de opio,
fuente de todos mis ideales!
¡Jardín que un raro kaleidoscopio
borda en mi mente con sus cristales!
Tus teogonías me han exaltado
y amo ferviente tus glorias todas;
¡yo soy el siervo de tu Mikado!
¡Yo soy el bonzo de tus pagodas!
Por ti mi dicha renace ahora
y en mi alma escéptica se derrama
como los rayos de un sol de aurora
sobre la nieve del Fusiyama.
Tú eres el opio que narcotiza,
y al ver que aduermes todas mis penas
mi sangre --roja sacerdotisa--
tus alabanzas canta en mis venas.
¡Canta! En sus causes corre y se estrella
mi tumultuosa sangre de Oriente,
y ése es el canto de tu epopeya,
mágico Imperio del Sol Naciente.
En tu arte mágico --raro edificio--
viven los monstruos, surgen las flores
es el poema del Artificio
en la Obertura de los colores.
¡Rían los blancos con risa vana!
Que al fin contemplas indiferente
desde los cielos de tu Nirvana
a las Naciones de Occidente.
Distingue mi alma cuando en ti sueña
--cuando sombrío y aterrador--
la inmóvil sombra de la cigüeña
sobre un sepulcro de emperador.
Templos grandiosos y seculares
y en su pesado silencio ignoto,
Budhas que duermen en los altares
entre las áureas flores de loto.
De tus princesas y tus señores
pasa el cortejo dorado y rico,
y en ese canto de mil colores
es una estrofa cada abanico.
Se van abriendo si reverbera
el sol y lanza sus tibias olas
los parasoles, cual Primavera
de crisantemas y de amapolas.
Amo tus ríos y tus lagunas,
tus ciervos blancos y tus faisanes
y el ampo triste con que tus lunas
bañan la cumbre de tus volcanes.
Amo tu extraña mitología,
los raros monstruos, las claras flores
que hay en tus biombos de seda umbría
y en el esmalte de tus tibores.
¡Japón! Tus ritos me han exaltado
y amo ferviente tus glorias todas;
¡yo soy el ciervo de tu Mikado!
¡Yo soy el bonzo de tus pagodas!
Y así quisiera mi ser que te ama,
mi loco espíritu que te adora,
ser ese astro de viva llama
que tierno besa y ardiente dora
¡la blanca nieve del Fusiyama!
HAIKUS
LA ARAÑA
Recorriendo su tela
esta luna clarísima
tiene a la araña en vela.
EL SAÚZ
Tierno saúz
casi oro, casi ámbar,
casi luz...
LOS GANSOS
Por nada los gansos
tocan alarma
en sus trompetas de barro.
EL PAVORREAL
Pavorreal, largo fulgor,
por el gallinero demócrata
pasas como procesión.
LA TORTUGA
Aunque jamás se muda,
a tumbos, como carro de mudanzas,
va por la senda la tortuga.
HOJAS SECAS
El jardín esta lleno de hojas secas;
nunca vi tantas hojas en sus árboles
verdes, en primavera.
LOS SAPOS
Trozos de barro,
por la senda en penumbra,
saltan los sapos.
EL MURCIÉLAGO
¿Los vuelos de la golondrina
ensaya en la sombra el murciélago
para luego volar de día...?
MARIPOSA NOCTURNA
Devuelve a la desnuda rama,
mariposa nocturna,
las hojas secas de tus alas.
LUCIÉRNAGAS
Luciérnagas en un árbol...
¿Navidad en verano?
EL RUISEÑOR
Bajo el celeste pavor
delira por la única estrella
el cántico del ruiseñor.
LA LUNA
La Luna es araña
de plata
que tiene su telaraña
en el río que la retrata
LA LUNA
Es mar la noche negra;
la nube es una concha;
la luna es una perla...
HONGO
Parece la sombrilla
este hongo policromo
de un sapo japonista
LA GUACHARACA
¿Asierran un bambú en el gradual?
¿Canta la guacharaca?
Rac... Rac... Rac...
LIBÉLULA
Porfía la libélula
por emprender su cruz transparente
en la rama desnuda y trémula
EN LILIPUT
Hormigas sobre un
grillo, inerte. Recuerdo
de Guliver en Liliput...
VUELOS
Juntos, en la tarde tranquila
vuelan notas de Ángelus,
murciélagos y golondrinas.
EL BURRITO
Mientras lo cargan
sueña de burrito amosquilado
en paraísos de esmeralda...
UN MONO
El pequeño mono me mira...
¡Quisiera decirme
algo que se le olvida!
PANORAMA
Bajo de mi ventana, la luna en los tejados
y las sombras chinescas
y la música china de los gatos.
TONINAS
Entre las ondas azules y blancas
rueda la natación de las toninas
arabescos de olas y de anclas.
PECES VOLADORES
Al golpe del oro solar
estalla en astillas el vidrio del mar.
12 P.M.
Parece roer el reló
la medianoche y ser su eco
el minutero del ratón...
PALMA REAL
Erigió una columna
la palma arquitectónica y sus hojas
proyectan ya la cúpula.
SANDÍA
¡Del verano, roja y fría
carcajada,
rebanada
de sandía!
LA CARTA
Busco en vano en la carta
de adiós irremediable,
la huella de una lágrima...
IDENTIDAD
Lágrimas que vertía
la prostituta negra,
blancas..., ¡como las mías...!