LA MUERTE Y EL HERRERO
Hace mucho, mucho tiempo la muerte era visible. Vestía de blanco, tenía un solo ojo sobre la frente y era fría y silenciosa, con una voz lúgubre. Todos los días viajaba sin descanso por el mundo en busca de almas. Les decía:
“
He venido a buscarte. Debes ceder tu lugar a otra persona, tu vida sobre la tierra ha terminado ” antes de llevárselas y desaparecer.
Un día la muerte llamó a la casa de un viejo herrero para llevárselo consigo. Este le suplicó que le dejara vivir más tiempo para poder enseñar a su único hijo los secretos del fuego y el hierro. Pero la muerte no se apiadó
de él. El herrero le rogó entonces que le dejara al menos terminar su último trabajo, una lanza que había prometido entregar ese mismo día, ya que procedía de una larga estirpe de herreros y no quería arruinar la reputación
de su familia dejando un trabajo inacabado. La muerte trató de vitar este compromiso pero comprendió estas razones y le dejó unos minutos más de vida como favor particular.
Entonces cuando el herrero cogió rápidamente
la lanza, clavándosela a la muerte en su único ojo.
La muerte, enfurecida, fue a hablar con el dios supremo: “Ilustre maestro, mira lo que el viejo herrero me ha hecho. Mi trabajo se ha vuelto peligroso y me expone a quedarme ciega. Si no haces nada al respecto tendré
que dimitir. Hay que encontrar una solución o darme los medios para cumplir con mi tarea”. Entonces cuando el dios supremo decidió hacer a la muerte invisible y después de quitarle su manto blanco le dijo,
-Ahora
ya puedes cumplir con tu trabajo, ya nadie te verá, te he hecho transparente, no vuelvas a fallarme.
FIN
&
LA MUERTE Y EL HERRERO
Hace mucho, mucho tiempo la muerte era visible. Vestía de blanco, tenía un solo ojo sobre la frente y era fría y silenciosa, con una voz lúgubre. Todos los días viajaba sin descanso por el mundo en busca de almas. Les decía: “ He venido a buscarte. Debes ceder tu lugar a otra persona, tu vida sobre la tierra ha terminado ” antes de llevárselas y desaparecer.
Un día la muerte llamó a la casa de un viejo herrero para llevárselo consigo. Este le suplicó que le dejara vivir más tiempo para poder enseñar a su único hijo los secretos del fuego y el hierro. Pero la muerte no se apiadó
de él. El herrero le rogó entonces que le dejara al menos terminar su último trabajo, una lanza que había prometido entregar ese mismo día, ya que procedía de una larga estirpe de herreros y no quería arruinar la reputación
de su familia dejando un trabajo inacabado. La muerte trató de vitar este compromiso pero comprendió estas razones y le dejó unos minutos más de vida como favor particular.
Entonces cuando el herrero cogió rápidamente
la lanza, clavándosela a la muerte en su único ojo.
La muerte, enfurecida, fue a hablar con el dios supremo: “Ilustre maestro, mira lo que el viejo herrero me ha hecho. Mi trabajo se ha vuelto peligroso y me expone a quedarme ciega. Si no haces nada al respecto tendré
que dimitir. Hay que encontrar una solución o darme los medios para cumplir con mi tarea”. Entonces cuando el dios supremo decidió hacer a la muerte invisible y después de quitarle su manto blanco le dijo,
-Ahora
ya puedes cumplir con tu trabajo, ya nadie te verá, te he hecho transparente, no vuelvas a fallarme.
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