Fue usted con los cumplidos más que rodeada,
Sus ojos y su voz fueron alabadas,
Y su mirada cuan cuchilla peligrosa,
Más de una vez, seguro, le fue mencionada.
Dudo que alguna vez usted parara a pensar
En corazones que le fueron regalados,
Cuántos fueron los enamorados, los anillos,
Que en su dedito usted se enhebraba.
Está claro: está usted preciosa.
Y para el bebé también usted es una diosa,
Y, pues, el que no tiene usted el alma…
No se preocupe: no se nota tanto.
Tokareva, Kseniya traducciones
Canción
Yo camino y camino, y todo alrededor
Tu patria es aún: la lejanía del viento,
Camino y camino y se me olvida que
Antes conocí otros territorios.
Y qué lejanos ya de mí
Los grandes días del mar del sur
Las dulces noches de los ocasos de mayo
Allá todo es alegre y vacío pero aquí:
Dios oscurece…
el pueblo sufriente
Llegó hasta él y lo tomó como hermano.
Fuente Circuo de Poesia
Alexander Pushkin
A K…
Recuerdo aquel mágico instante:
Apareciste frente a mí
Como visión fugaz
Cual genio de la belleza pura.
En la angustia opresora de la desesperanza
En la zozobra del trajín escandaloso
Largo tiempo resonó tu dulce voz
Y soñé tus líneas armoniosas.
Pasaban los años. Tormenta de rebeldes
Temporales los sueños ahuyentó
Y olvidé tu cariñosa voz
Tus líneas celestiales.
En la espesura lóbrega de la prisión
Mis días silenciosos se estiraban
Sin la divinidad o inspiración
Sin lágrimas, sin vida, sin amor.
El alma un día se despertó:
Y otra vez apareciste tú
Como visión fugaz
Cual genio más puro de belleza.
Pulsa encantado el corazón
Para él nacieron otra vez
Divinidad e inspiración
Y vida y lágrimas y amor.
EL PROFETA
Ciego vagaba en tétrico desierto
Mi espíritu sediento padeció,
Alado serafín, de pronto,
En una encrucijada apareció.
Con leves dedos como sueño
Mis párpados tocó.
Se abrieron proféticos mis ojos
Ojos de un águila en peligro.
Rozó mis oídos,
De clamores se llenaron, de sonidos:
Oí las vibraciones del éter
Y el vuelo de los ángeles
El discurrir de los peces bajo el mar
Y el crecer silencioso de la vid.
Me apartó los labios, me arrancó la lengua
Maliciosa, locuaz y pecadora.
Con mano ensangrentada
Puso entre mis labios yertos
Bífida lengua llena de sabiduría.
Abrió mi pecho con su espada,
Arrancó mi palpitante corazón
Y un ascua ardiente en la herida me incrustó.
Exánime yacía sobre el desierto
Cuando la voz de Dios me despertó:
"Levántate, Profeta, abre tus ojos, tus oídos,
Y a través del mar y de la Tierra, de los pueblos
Tu verbo abrase el corazón".
ROSA
¿En dónde está nuestra rosa
Amigos míos?
Se marchitó la rosa
El bebé de la Aurora.
No digas:
¡Así se seca la juventud!
Ni digas:
¡Ésta es la alegría de la vida!
Dile a la flor:
¡Perdona, lo lamento!
Y condúcenos
Hacia el lirio blanco[6].
EL PESCADOR Y EL PECECITO
Vivía el viejo con su esposa
Junto al mismo mar azul
Vivían en choza de barro
Hacía ya treinta y tres.
Con su red pescaba el viejecillo
Y tejía la vieja con su hilado.
Echó el viejo al mar azul la red
Que con lama recogió,
Por segunda vez ya la lanzó
Mas con marina hierba regresó,
La lanza por tercera vez
Y la red llegó ahora con un pez,
No cualquiera, no pez simple, era dorado.
¡Cómo imploraba el pez de oro
Con suplicante voz de humano!:
– ¡Libérame en el mar, anciano
Valiosa recompensa te daré:
Todo lo que me pidas cumpliré!
Asombrado el viejo y espantado
(Pescaba ya hace treinta y tres
Y jamás oyó que un pez hablara)
Liberó al pez dorado
Y dijo con palabras cariñosas:
– Ve con dios dorado pez
No necesito tu rescate
Márchate al azul del mar
Paséate en la inmensidad.
Regresó el anciano con la vieja
Le contó la increíble maravilla:
–Hoy atrapé un pez
Que hablaba nuestro idioma,
Pez de oro, no cualquiera
Me pidió a casa regresarlo
Al mar azul, ofreciendo valiosa recompensa
Cualquier cosa que quisiera
No me atreví a aceptar su ofrecimiento
Y lo liberé en el mar azul.
La vieja al anciano insultó:
–¡Estúpido, tarado
No supiste tomar su recompensa
Al menos le aceptaras una tina
La nuestra por completo se rompió.
Así salió al mar azul
Vio al mar que alegremente retozaba
Y se puso a llamar al pez dorado
El pez nadó hacia él y preguntó
– ¿Qué se te ofrece anciano?
Inclinándose el viejo le responde:
-Apiádese de mí, mi Señor pez,
Me regaña a mí la vieja
No me deja estar en paz
Quiere para ella nueva tina
La nuestra por completo se rompió.
Y contesta el pez dorado:
– No estés triste, ve con dios
Que tendrán su nueva tina.
Regresó el anciano con su vieja
Que tenía ya la nueva tina
Pero peor rugió la vieja:
–¡Estúpido, tarado,
Pediste una tina solamente!
¿Sacaste gran provecho de la tina?
Regresa tonto, con el pez
Inclínate y pídele una casa.
Y regresa el viejo al mar azul
(Se enturbió el mar azul)
Empezó a llamar al pez dorado
El pez nadó hacía él y preguntó
-¿Qué se te ofrece anciano?
Inclinándose el viejo le responde:
–Apiádese de mí, mi Señor pez
Me insultó peor mi viejecilla
No me deja estar en paz
La gruñona quiere una cabaña.
Le responde el pez dorado:
–No estés triste, ve con dios
Así será: casa tendrán.
Regresó el viejo a su casucha
Ya no estaba su covacha, ni su huella
Frente a él una dacha[7]con buhardilla
De ladrillos, blanco tiro de la chimenea
Y entablado de roble, el portón.
La vieja estaba sentada bajo la ventana,
En todo lo que el mundo se sostuvo[8]
Lo regaña: -¡estúpido, tarado,
Pediste, imbécil la cabaña!
Regresa e inclínate al pez:
No quiero ser una sucia campesina
Quiero ser aristócrata noble.
Se fue el viejito al mar azul
(El inquieto mar azul)
Se puso a llamar al pez dorado.
El pez nadó hacía él y preguntó:
–¿Qué se te ofrece anciano?
Inclinándose el viejo le responde:
–Apiádese de mí, mi Señor pez
Peor que antes la vieja se empecina
No me deja estar en paz
Ahora no quiere ser ya una campesina
Quiere ser una aristócrata.
Le contesta el pez dorado:
–No estés triste, ve con dios.
Regresó el viejo con la vieja
¿Y qué vio? Una alta torre
Y está su vieja en el zaguán
En corpiño de cara marta cebellina
En tocado: coronilla embrocada,
Su cuello de perlas retacado
En las manos sortijas de oro
En los pies rojos botines
Frente a ella diligentes mozos
Ella los golpea, los jala del copete
Le dice el viejo a su vieja:
–¡Buenos días noble señora, alteza-emperatriz
¿Ahora está su almita ya contenta?!
Le gritó la vieja
(Y lo mandó a servir a las caballerizas).
Así pasa otra semana y otra
Y peor la vieja se emperró
Y lo manda al pez de nuevo:
–Regresa e inclínate ante el pez
No quiero ser señora de palacio
Quiero ser una zarina todopoderosa.
Espantado el viejecillo implora:
–¡Qué te pasa vieja, te atascaste de beleño?
Ni caminar, ni hablar tu sabes
Vas a hacer reír a todo el reino.
Se enojó aún peor la vieja
Y le da un bofetón.
–¿Cómo te atreves campesino a discutir conmigo
Una noble aristócrata?
¡Ve al mar, te lo ordeno en buena forma,
Si no vas te mando a fuerza!
El viejo se dirige al mar,
El mar azul estaba negro,
Empezó a llamar al pez dorado
El pez nadó hacia él y preguntó:
–¿Qué se te ofrece anciano?
Con una reverencia el viejo le contesta
–Otra vez mi vieja se revela
Ya no quiere ser aristócrata
Quiere ser una poderosa zarina.
Le responde el pez dorado:
–No estés triste ve con dios
¡Bueno, será tu vieja una zarina!
El viejecillo regresó con esa vieja
¿Y que pasó? Frente a él: aposento de zar.
En el trono vio a su vieja
A la mesa se sienta cual zarina
La atienden nobles y boyardos[9]
Le sirven vino ultramarino
Los aflige con melindres
Severa guardia alrededor de ella
En sus hombros las hachas se sostienen.
En cuanto la vio, ¡el viejo se asustó!
A sus pies se inclina y dice:
–¡Buenos días terrible zarina!
¿Ahora su almita está contenta?
La vieja ni lo vio
Sólo ordenó sacarlo de su vista,
Corrieron boyardos y nobles
Tomando y empujándolo del cuello,
A la puerta llegaron vigilantes
Por poco y lo descuartizan con las hachas
Y el pueblo ríe de él:
–¡Ten tu merecido viejo malcriado
Ten para ti, ignorante, esta lección:
No te sientes donde no está tu lugar!
Pasa otra semana
Y peor la vieja se empecina
A los cortesanos manda por su esposo.
Buscaron al viejo y lo trajeron
Dice la vieja al anciano:
–Regresa y te inclinas con el pez
No quiero ser una gran zarina
Quiero ser la soberana del mar
Para vivir en la mar océano
Para que me sirva el pez dorado
Y esté bajo mis pies.
El viejo no se atrevió a contradecirla
No pronunció palabra alguna
Y se dirige al mar azul.
Ve en el mar negra tormenta
Así se hinchan las olas enojadas
Así andan y aúllan en coro y en manada.
Se puso a llamar al pez dorado
El pez nado hacia él y preguntó:
–¿Que se te ofrece anciano?
Inclinándose el viejo le responde:
– Apiádese de mí mi Señor pez
No sé que hacer con mi maldita bruja
Ya no quiere ser zarina
Quiere ser del mar la soberana
Para vivir en el océano
Para que tú mismo le sirvas
Y estés bajo sus pies.
No dijo nada el pez
Sólo con su cola chapoteó
Y se fue hacia el profundo mar
Largamente esperó el viejo la respuesta
No pudo más y con la vieja regresó.
Y ve: otra vez frente a él la choza,
En la entrada su vieja está sentada
Y a sus pies… la tina rota.
Borís Pasternak[10]
TRISTEZA
Para este libro como epígrafe
Enronquecían los desiertos
Bramaban los leones y hasta las auroras de tigres
Se extendía Kipling.
Secándose el terrible pozo de la tristeza abierta
Se mecían acariciando y castañeando
Lana helada.
Ahora, arrullándose continuamente
En versos fuera de rango
Aparece soñando el Ganges
Y arrastra a la niebla con el rocío de pradejones.
Amanece con frío escarnecedor
En el foso y en las junglas repta
La humedad del réquiem y el incienso.
Mi hermana la vida y ahora desbordada
Se hirió -lluvia de primavera contra todos-
Pero la gente enjoyada, altiva gruñe
Y amable muerde como las víboras en la avena.
Los mayores para esto tienen su razón
Sin duda, es cómica la tuya:
Que en la tormenta los ojos y el prado sean lilas
Y el horizonte odore con húmeda reseda.
Que en mayo, el horario de los trenes
Que lees en el camino, en la bifurcación de Kamishinkaya,
Sea más grandioso que la Sagrada Lectura
Aunque desde el principio lo releas.
Que apenas el crepúsculo alumbra a las aldeanas
Eleva un enjambre fogoso en el andén,
Oigo, estación equivocada,
Y el sol, sentándose, de mí se compadece.
En el tercer chapoteo flota la campanilla
Con sus eternas disculpas: lo siento, no es aquí.
Quemándose en la noche arranca el tren bajo la cortinilla
Y se derrumba la estepa, desde el peldaño a la estrella.
Parpadeando, cintilando, pero duermen todos dulcemente
En un lugar. Y sueña mi amada Fata Morgana
La hora en que el corazón, ardiendo en las plataformas,
Las puertas de los vagones derrama por la estepa.
DEFINICIÓN DE LA POESÍA
Es el silbo súbitamente madurado
El chasquido de hielitos apretados
Es la noche que congeló a la hoja
Y el duelo entre dos ruiseñores.
Es el guisante dulce ahogado
Son las lágrimas del universo en vainas
Es fígaro de atriles y de flautas
Y se derrumba con el granizo sobre el huerto.
Todo, lo que es tan importante de hallar para la noche
En las profundidades de las certenejas
Y llevar a la estrella hasta el parterre
En las húmedas palmas temblorosas.
El calor sofocante más plano que tablas en el agua
El firmamento que cayó con el alisio
A las estrellas les sienta hacer reír a carcajadas
Es un lugar abandonado el universo.
DEFINICIÓN DEL ALMA
Con la pera madura volar en la tormenta
Con su hoja indivisible.
Es tan fiel, dejó su rama
E iconoclasta se ahogará en sequía.
Con la pera madura, con el torcido viento.
Es tan fiel: "¡A mí no me revuelca!"
Le digo que voltee pues dejó de tronar en la belleza,
Dejó de arder, se regó por la ceniza.
Fulminó la tormenta a nuestra patria
Polluelo, ¿reconoces tu nido?
Hoja mía, más medrosa que el jilguero,
Mi tímida seda, ya no tiembles.
No temas, canción inseparable,
¿Hacia dónde podríamos partir?
"Aquí", adverbio mortal, ni te imagina
Nuestro indiviso palpitar.
DEFINICIÓN DEL ARTE
Desordena las solapas de las camisas,
Velludo como el torso de Beethoven,
Cubre sus fichas con la mano
Y es el sueño, la conciencia, la noche y el amor.
Y con qué pieza tan negra coronada
Con qué frenética tristeza
Prepara las presentaciones de la luz
Con el caballero sobre los terrestres peones.
Y en el jardín, al pie del sótano, desde el témpano
Las estrellas derraman su perfume
Y exclaman con el Ruiseñor: sobre la tumba de Isolda
La helada de Tristán se atragantó.
Y es los jardines y estanques y verjas,
Y hierve con blancos clamores,
El universo: sólo descargas de pasión
Acumuladas en el corazón.
TEMAS Y VARIACIONES
(1916-1922)
Por aquí cruzó la uña misteriosa del enigma
Es tarde, mejor me iré a dormir
y con las luces del alba
Lo comprenderé. Mientras no me despierten
Tocaré a mi amada, como nadie sabe.
¡Cómo te tocaba!
Incluso con el cobre de mis labios te tocaba
Como una tragedia conmociona a su auditorio.
Te tocaba. El beso era un verano
Se venía en agostado día estival que tardaba y tardaba
Y de pronto derramaba la tormenta.
Bebía como las aves, dilatándose hasta perder el conocimiento.
Lentas corrían por la garganta las estrellas
Y los ruiseñores temblando, con los ojos en blanco
Apuraban gota a gota el firmamento.
POEMAS DE YURI ZHIVAGO
(1946-1953)
VERANILLO DE SAN MARTÍN
Los groselleros cuecen sus lenguas de aspereza.
Las risas tintinean en los cristales
en la cocina se trincha y se sazona
con clavo con pimienta se adoba se marina.
Y el bosque como enano se divierte
lanzando estos rumores contra los espinazos:
tatemados al sol los avellanos
dejaron la piel viva en el brasero.
En una torrentera terminó el sendero
la tristeza bañó las viejas cepas
tan resecas- y al otoño -en harapos-
que todo en el torrente ha ido amontonando.
Da pena sea tan simple el universo
más de lo que supone el que es muy listo
que el bosque parezca sumergido en agua
que el fin anegue ya las cosas.
Y que de nada sirva los ojos restregarse
cuando todo se quemó junto a tus labios
ya la neblina blanca que el otoño trajo
lanzó su telaraña a la ventana.
La cerca derruida del jardín abrió un espacio
se pierde por la senda de abedules.
A las risas, riachuelos y ruidos del trabajo casero
lejos, el cosmos, responde con eco cristalino.
MAGDALENA
Apenas llega la noche y aparece mi demonio,
Pagaré por mi pasado.
Llegan sorbiendo mi cuerpo y el alma
Recuerdos de mi depravación
Cuando era la bruta poseída
La esclava del capricho de los hombres
Y mi refugio era la calle.
Quedan unos instantes
Y vendrá un silencio sepulcral.
Pero antes que terminen con mi vida,
Vaso de alabastro que sació su borde,
A tus pies lo haré pedazos.
¡Dónde estaría yo
Maestro mío, mi Salvador,
Si en las noches, a la mesa,
La eternidad sensual no me esperara
Como en las redes de mi profesión
Un nuevo visitante atraído por mi sed.
Pero explícame qué es el pecado,
La muerte, el infierno, la azufrada llama,
Si ante los ojos de todos
Como el retoño del tallo
Uní a tu talle mi tristeza inmensa.
Cuando aprietan mis rodillas
Tus firmes pies, Jesús,
Tal vez aprendo a abrazar
La recta viga de la cruz
Y perdiendo los sentidos me arrojo a tu cuerpo:
Te preparo para la inhumación.
Marina Tsvietáieva[11]
Seré feliz si Usted no siente mi dolor[12],
Y que yo tampoco sienta nada,
Que nunca el pesado globo de la tierra
Se escurra bajo nuestros pies.
Me gusta, que pueda ser ridícula, perversa
Buscar palabras adecuadas,
Y no ponerme roja con ola sofocante
Si apenas nuestras mangas se rozaran.
Me gusta, que delante de mí Usted pueda abrazar
Tranquilamente a otra mujer,
No me condena arder en el infierno
Por no besarlo a Usted.
Y que mi cariñoso nombre, mi Cariño
No recuerde ni en la noche ni en el día…
Que nunca sobre nosotros, en el silencio de la catedral,
Cantarán el Aleluya.
Gracias a Usted -con mi mano sobre el corazón-
Que no sabe lo mucho que me ama:
Por mis noches tranquilas,
Por los raros encuentros de las crepusculares horas,
Por nuestros no paseos bajo la luna,
Por el sol que no existe encima de nosotros,
Por el dolor que no siente, lamentablemente, Usted por mí,
Por el dolor que no siento, lamentablemente, por Usted.
3 de mayo, 1915
MAGDALENA (3)[13]
Sobre tus caminos no voy a interrogar
Querida, todo se realizó
Yo iba descalzo y tú me arropaste
Con aguaceros de tus lágrimas y de tu cabellera.
No pregunto a qué precio
Se compraron tus esencias
Yo estaba desnudo y tú una ola
Con cuerpo y pared me ceñiste.
Tocaré con mis dedos tu desnudez
Más silencioso que el agua
Y más bajo que la hierba.
Yo era recto
Y tú me inclinaste apretado a tu cariño
Cávame un foso en tus cabellos
Cúbreme sin lino, apaciguadora,
Para qué quiero el mundo[14]
Si tú como una ola me lavaste.
31 agosto 1923
Osip Mandelshtam[15]
No escuché los cuentos de Ossián[16],
Ni probé el antiguo vino:
¿Por qué se me aparece el claro del bosque
Y la sangrante luna de Escocia?
Y el contrapunto del arpa y el cuervo
Me suena en el silencio maldito.
Con el viento agitando las bufandas
¡Pendones de guerreros fulguran con la luna!
He recibido una bendita herencia:
Los sueños errantes de extraños cantores.
El parentesco y la aburrida vecindad
Nosotros despreciamos libremente.
Y puede suceder: más de un tesoro
Saltando a los nietos, pase a los bisnietos
Y de nuevo el escaldo componga esa canción extraña
Y la interprete como si fuera propia.
1914
Insomnio, Homero, tensas velas.
Leí a mitad la lista de las naves:
Tal, larga cría, el tren de grullas
Que un día se alzaron sobre la Hélade.
Cual parcela de grulla en extrañas fronteras,
Divina espuma sobre la cabeza de los zares.
¿A dónde navegan si no fuera por Helena,
Para qué quieren una sola Troya, esposos aqueos?
El mar y Homero: todo lo mueve el amor.
¿A quién escucharé? Homero está callado,
Elocuente el mar negro rumorea
Y con pesado estruendo avanza hacia mi cabecera.
1915
En la polifonía de un coro de doncellas[17]
Todas las iglesias cariñosas cantan con su voz
En los arcos de piedra de la Catedral del Arrullo[18]
Se me aparecen arqueadas y altas cejas.
Desde la valla fortificada por arcángeles
Veía a la ciudad con deslumbrante altura.
Me consumía la tristeza en los muros de la Acrópolis
Por ese nombre ruso, por la belleza rusa.
Ni el milagro de milagros que soñamos: el Edén.
Donde canturrean las palomas en el ardiente azul,
Canta las notas ortodoxas una monja:
El dulce Arrullo, Florencia en Moscú.
Y las pentacéfalas[19] catedrales moscovitas,
Con su alma rusa e italiana,
Recuerdan la aparición de la Aurora
Mas con el nombre ruso y el abrigo de piel.
Irremediable es esta noche[20]
Y aún ustedes tienen luz.
A las puertas de Jerusalén
Salió un sol negro.
El sol amarillo es más terrible
-Duerme mi niño, duerme-
En el templo iluminado los judíos
Sepultaban a mi madre.
Sin tener la bienaventuranza
Y del sacerdocio marginados,
En el templo iluminado los judíos
Oficiaron los restos de la esposa.
Sobre mi madre resonaban
Las voces israelitas.
Yo me desperté en la cuna
Con el sol negro iluminado.
1916
MEGANOM[21]
Todavía están lejos los asfódelos[22]
De la primavera transparente y gris.
Aún por el momento, en realidad
Murmura la arena y hierve la ola.
Pero aquí penetra mi alma
Como Perséfone en ligero círculo,
Y no existen en el reino de los muertos
Bellos y bronceados brazos.
¿Por qué confiamos a la barca
El peso de la fúnebre urna
Y la fiesta de las rosas negras celebramos
Sobre aguas amatistas?
Mi alma ahí se precipita
Tras el túmulo de niebla de Meganom
Y regresará la negra vela[23]
De allá, después del funeral.
Qué raudos cabalgan nubarrones
Sobre arriates en penumbra
Y los copos de las rosas negras vuelan
Bajo borrascosa luna.
Y el ave de la muerte y el lamento
Con su orla fúnebre arrastra,
Tras la popa de cipreses,
El inmenso estandarte del recuerdo.
Y con el susurro se abre
El triste abanico de pasados años
Hacía donde con sombrío estremecimiento
Se entierra en la arena el amuleto,
Mi alma ahí se precipita,
Tras el túmulo de niebla de Meganom,
Y la negra vela vuelve
De allá, después del funeral.
1917
A CASANDRA[24]
En instantes floridos no busqué
Casandra ni tus labios ni tus ojos
Pero ahora, cómo nos atormenta la memoria
De las solemnes veladas de diciembre.
Y en diciembre del año diecisiete
Perdimos todo amando
A uno lo despojó la voluntad del pueblo
Y el otro a sí mismo despojó…
Algún día, en la loca ciudad
En la fiesta de escitas, del Neva a las orillas
Al son de un baile abominable
De tu bella testa la toca alzarán.
Si esta vida es un delirio necesario
Y los leños de los barcos altas casas
Alza el vuelo, victoria sin brazos,
Peste hiperborreica.
En la plaza de vehículos blindados
Veo a un hombre: asusta
A los lobos, con las brazas encendidas
De la libertad, la ley y la igualdad.
1917
TRISTIA[25]
Yo aprendí la ciencia de la despedida
En las quejas nocturnas de los cabellos sueltos.
Rumian los bueyes, y se demora la espera
La última hora de las vigilias de la ciudad.
Y honro el rito de aquella noche de gallo,
Cuando alzando el peso del pesar del camino,
Veían a lo lejos los ojos llorando,
Y el llanto femenino se mezclaba al canto de la musas.
¿Quién puede saber con la palabra despedida
La separación que nos espera?
¿Qué nos presagia la exclamación del gallo?
Cuando el fuego arde en la Acrópolis,
Y en la alborada de una nueva vida
Cuando en el pajar con flojera el buey mastica
¿Por qué el gallo, pregonero de la nueva vida,
Golpea con sus alas los muros citadinos?
Yo amo la simpleza del tejido:
La lanzadera corre, el huso zumba.
Mira: a tu encuentro, como plumón de cisne
¡Descalza Delia vuela!
¡Oh, el escaso fundamento de nuestra vida
La pobre de alegría, la lengua!
Todo fue antaño, todo se repetirá otra vez
Y apenas nos endulza el conocimiento del instante.
Pues, así sea: la transparente figurilla
En el limpio platillo está de barro
-Como piel desprendida de una ardilla-:
Inclinada encima de la cera, la muchacha ve.
No se dio a nosotros adivinar sobre el Erebo[26] griego,
A las mujeres la cera, para los hombres el cobre.
Sólo en la lucha a nosotros la suerte nos designa
Y a ellas ya les fue otorgado morir adivinando.
1918
Toma, para el goce, de mis manos,
Un poco de sol y algo de miel
Como nos ordenaron las abejas de Perséfone.
No se puede soltar una barca a la deriva
Ni sentir en la piel la sombra de una bota
Ni vencer al temor en la dormida vida.
Sólo nos quedan los besos
Felpudos como pequeñas abejas
Que mueren al salir de la colmena.
Ellos murmuran en la transparente espesura de la noche,
Su patria: el profundo bosque de Taiget[27]
Su alimento: el tiempo, la menta y pulmonaria.
Toma, pues, para tu goce, mi regalo salvaje
Este seco y burdo collar
De abejas muertas: la miel que se convierte en sol.
1920
Iguales son las señas de la hermana: ternura y gravedad.
Avispas y pulmonarias liban de la rosa.
El hombre muere. Se enfría la arena caliente
Y en negras camillas se llevan al sol de ayer.
Ah, pesados panales, tiernas redes
¡Más fácil levantar la piedra, que tu nombre repetir!
En el mundo me queda sólo una inquietud:
Un dorado cuidado: cómo el fardo del tiempo descargar.
El aire turbio bebo: agua oscura.
Arado el tiempo donde la rosa era la tierra.
Tiernas y pesadas rosas se mezclan lentamente en el arado
Que anudó en doble corona, el peso y el cariño de la rosa.
1920
Porque tu mano no supe sostener[28]
Por traicionar tus labios dulces y salados
He de esperar la madrugada en la frondosa acrópolis.
¡Cómo odio las antiguas y olorosas cortes!
En la oscuridad, los varones aqueos aparejan el caballo
Con las sierras dentadas muerden vigorosos la estacada.
No aplaca aún el ruido seco de la sangre
Y no hay para ti ni molde, ni nombre, ni sonido.
¿Cómo me atreví a pensar que volverías?
¿Por qué me desprendí de ti antes de tiempo?
Aún las sombras no se desvanecen, aún no canta el gallo,
El hacha ardiente no clava los maderos.
La resina resuma en las paredes como una lágrima pura.
Y siente la ciudad sus costillas de madera.
Pero la sangre ya brotó en las escaleras, y se lanzó al asalto
Y tres veces soñaron los varones la seductora imagen.
¿Dónde la querida Troya? ¿Dónde la casa del rey, dónde las de las doncellas?
Ella será destruida, pajarera alta de Príamo.
Y lluvia seca de madera caen las flechas
Y otras crecen en la tierra como el avellano.
De la última estrella, sin dolor, se apaga una punzada.
Y con la gris golondrina el alba toca a la ventana.
Y lento el día, como buey que despierta entre la paja,
Avanza, en los almiares hirsutos del largo sueño.
1920
Cuando Psique la Vida a las sombras desciende
Y hacia el traslúcido bosque a Perséfone sigue,
Una ciega golondrina se echa a sus pies
Con la ternura Estigia[29] y con la rama verde.
Hacia la fugitiva corre miríada de sombras
A recibir la nueva compañera con lamentos.
Y sus débiles brazos rompen ante ella
Con desconcierto y tímida esperanza.
Quien un espejo ofrece, y quien un perfume:
Como el alma es mujer, gusta de naderías
Y el bosque sin hojas de diáfanas voces
Secas quejas rocía como pequeña llovizna.
Y en el vaivén cariñoso sin saber qué hacer,
No reconoce el alma el transparente robledal.
Su aliento empaña al espejo y se demora en dar
La moneda de cobre[30] al nebuloso cruce.[31]
1920
GOLONDRINA
Olvidé la palabra que quería decir.
Regresará en el aposento, al esplendor de la sombra, la golondrina ciega
En alas recortadas para jugar con transparencias.
En el olvido se canta la canción nocturna.
No se oyen las aves. La siempreviva no florece.
Traslucen las crines de la caballada nocturna.
Por el río seco flota una barca vacía.
Entre los grillos la palabra desvaría.
Y crece lentamente, cual pabellón o templo.
O de pronto finge ser Antífona[32] demente,
O golondrina muerta, a los pies se lanza
Con la ternura Estigia y con la rama verde.
Oh, si se pudiera volver al pudor de los dedos videntes
Y al júbilo sinuoso del reconocimiento.
¡Yo que tanto temo el llanto de las Aónides[33],
De la niebla, del hiato, la abertura y el sonido!
A los mortales fue otorgado el poder de amar y de reconocer,
Para ellos el sonido fluye de los dedos,
Pero ya olvidé lo que quería decir,
Y la idea incorpórea al aposento de las sombras volverá.
La palabra transparente siempre desatina
Siempre golondrina, Antífona, amiguita…
Y en los labios arde como hielo negro
El estigio recuerdo del sonido.
1920
AL HABLA ALEMANA
Cual polilla en la nocturna vela
En la contradicción estoy perdido
Salir me gustaría de nuestra lengua
Y tanto eternamente ya le debo.
Tenemos alabanza sin lisonja
Tenemos amistad recta y sincera
Tomemos algo de la honra y seriedad
Del Occidente en la familia ajena.
Recuerdo un militar tudesco
(¡Te adornan las tormentas, Poesía!)
En cuya espada se enredaban rosas
Y Ceres en su boca florecía.
Aún los padres en Francfort dormitaban.
De Goethe nada entonces se sabía.
Al son de himnos danzaban los corceles
Y como letras en papel corrían.
¿En qué Walhalla[34], amigos míos
Del mismo plato nos alimentamos?
¿Qué libertad ustedes poseían
Qué rutas señalado ya me habían?
Y de la hoja del fresco almanaque
De la blancura del primer escrito
Bajaron escalones de la muerte
Como al hostal por un vaso de vino.
Un habla ajena será mi envoltura
Pero mucho antes de nacido
Fui una letra, una línea de vid
El libro fui que en sueños has leído.
Dormido sin imagen ni concierto
La amistad me despertó con un disparo.
De Pílades[35] concédeme la suerte
Dios Nachtigall[36] o prívame del habla.
¡Dios Nachtigall! Me arrastran a otras pestes
De siete años nuevas guerras,
Silban rebeldes las palabras, el sonido se encoge
Pero tú vives, y me salvas.
1932
Joseph Brodsky[37]
LA MARIPOSA
I
¿Decir que tú estás muerta?
Tan sólo viviste una jornada.
Cuánta tristeza hay en la broma del Creador
Apenas puedo articular "vivió":
Unidad de la fecha del nacimiento
Y de cuando en mi mano te deshiciste.
A mí me desconcierta restar
Una de las dos cantidades
A los confines del día.
II
Después que los días para nosotros
No son nada -sólo nada-
No los atrapas
Y de pitanza para los ojos no los tendrás:
Ellos
En el fondo blanco
No tienen cuerpo, son invisibles
Los días son como tú
Exactamente ¿qué puede pesar
Disminuido diez veces
Uno de estos días?
III
¿Afirmar de lleno que no existes?
¿Pero qué es en mi mano
Algo tan similar a ti?
¿Y el color?
Que no es fruto del no ser
¿De quién es este soplo
Que así se unta en la pintura?
Dudo que yo
Balbuceando un nudo de palabras
Ajenas al color
Pudiera delinear esta palestra.
IV
En tus alitas hay
Pupilas, pestañas, ninfas o aves.
¿Fragmentos de qué rostros es este retrato volador?
Dime de qué partes y pizcas tu casualidad
Aparece una naturaleza muerta:
De cosas, quizá frutos,
Incluso el trofeo
Extendido de la pesca.
V
Es probable que seas un paisaje,
Si tomo la lupa
Encuentro al grupo de ninfas,
al embrujo, la playa
¿Es tan claro allá como en el día
o tan abatido como la noche?
¿Qué estrella se encendió en la bóveda celeste?
¿De quiénes son estas figuras?
¿Dime
De qué naturaleza
Todo el paraje se hizo?
VI
Pienso: tú eres
Esto y lo otro
Tienes rasgos de astro, rostro, objeto
¿Quién fue el orfebre
Que sin arrugar el ceño
Engarzó en miniatura
Los rasgos de este mundo?
Que enloquece.
¿Quién nos tomó entre sus pinzas:
Donde tú eres el pensamiento sobre la cosa
Y nosotros la cosa misma?
VII
Dime
Para qué este arabesco
Te fue dado sólo un día.
En el confín de los lagos
¿ A quién esta amalgama
Reservará espacio de antemano?
Quitándote la posibilidad
El corto tiempo
De caer en la red
Estremecerte en la palma de la mano
Y en el instante de la persecución
Deslumbrar a la pupila.
VIII
Tú no me respondes
Y no es por timidez
Y no por algún mal
Y no por estar muerta.
Pues a cada criatura
Viva o muerta-
En señal de parentesco
Se donó una voz:
Para el entendimiento, el canto,
La prolongación de un instante
De un día.
IX
Estás privada del empeño
Pero hablando con rigor: mejor así.
Para qué tener deudas con el cielo.
En el recuento no te aflige
Si tu siglo y tu peso son dignos del silencio
El sonido también pesa
Pero tu eres más incorpórea
Y más insonora
Que el tiempo.
X
No alcanzaste a vivir
Hasta sentir el miedo.
Más fácil que el polvo te ensortijas
Sobre el tiesto
Estás fuera de lo transcurrido
Del pasado del porvenir con sus ahogos
Parecidos a la cárcel.
Por eso cuando vuelas hacia el prado
Soñando libar
El mismo aire -de pronto-
Toma forma.
XI
Así la pluma se desliza
En la suave blancura el abismo del cuaderno
Sin conocer el destino de su línea
(Donde el saber y la herejía se enredaron).
Más confiándose a los empeños de la mano
En sus dedos
Se bate el habla
Muda por completo:
No quita el polvo acumulado de la flor
Mas sí el peso de los hombros.
XII
Esta belleza
Y su fecha tan pequeña
Uniéndose a esta conjetura
Tuerce la boca
Sin decir -claro-
Que en realidad
El mundo fue fundado sin objeto
Y si lo tiene
No somos nosotros.
Amigo entomólogo:
Para la luz no hay agujas
Y no las hay para las sombras.
XIII
¿El "Adiós"
Es la forma de los días?
Hay quien con sus razones
Quiere cortar el limo del olvido
Pero mira
La culpa de esto es que a su espalda
No carga días de mutuas sábanas
Ni espesos sueños
Ni pasado.
¡Pero mira el nubarrón de tus hermanas!
XIV
Tú eres mejor que la Nada
Más verdadera, más cercana
Más visible.
En el fondo eres su familia:
En tu vuelo alcanzó la encarnación
Y por ello
En el tumulto cotidiano
Eres digna de la mirada
Como ligera barrera
Entre Ella y yo.
EL GRITO DEL AZOR EN EL OTOÑO
El viento del noroeste lo levanta
Sobre la parda, lila, bermeja y escarlata
Colina de Connecticut.
Ya no ve el trayecto apetitoso
Del pollo en el patio de la vetusta granja
O el de la tuza sobre el linde.
Oprimido en la corriente del aire, solitario
Distingue apenas cadenas de colinas
Descendentes y la plata del río
Serpenteando como espada viva
El acero mellado en los meandros
Parecidos a abalorios de los pueblos
De Nueva Inglaterra. Caídos hasta el cero
Los termómetros son lares en el nicho,
Las frías agujas de los templos
Doman al incendio del follaje
Pero para el azor no son iglesias. Más alto
Que los mejores pensamientos parroquianos
Planea en el océano azul. Aprieta el pico
El estómago oprime al metatarso
Las garras en el puño son los dedos
De las manos, cada pluma olfatea
El soplo desde abajo: brilla en respuesta
La baya del ojo, se dirige al sur
Al Río Grande al delta
A la muchedumbre sofocante de las hayas
Que esconde en la espuma poderosa
De la hierba, en sus tejas más filosas
Un nido, las cáscaras rotas con pintas coloradas
El olor, la sombra, del hermano o de la hermana.
El corazón envuelto en carne, ala
Plumón, pelusa, palpita en la frecuencia
De su estremecimiento
Impulsado por su propio calor
La tijera corta el cielo azul de otoño
Intensificando el color por causa
De una mancha parda, apenas al ojo perceptible,
Del punto que flota por encima del abeto
Por causa del vacío en la cara
De un niño que ve por la ventana,
La pareja bajando del automóvil,
Una mujer en el pórtico.
Pero el flujo ascendente lo impulsa hacia arriba
Más y más alto. Entre las plumas
El frío le muerde el vientre.
Mira hacia abajo:
se apaga el horizonte
Apenas ve los primeros trece estados. Ve:
Se alzan de las chimeneas columnas de humo.
Pero justo su número le dice
Al ave solitaria, qué tan alto voló.
¡Hasta dónde he llegado!
Siente entre orgulloso y alarmado.
Ladeándose en un ala
Cae. Pero la elástica
Capa de aire lo regresa al cielo
A la estepa helada e incolora.
De su pupila amarilla
Brota un brillo hostil
Mezcla de terror e ira. Vuelve
A descender. Pero como pelota en la pared
Como la recaída en la fe del renegado
El azor es rechazado otra vez.
¡El, aún lleno de ímpetu!
Es impulsado aún más alto. A la ionosfera.
Al astronómico y objetivo infierno
De las aves, donde el oxígeno no existe
Donde en lugar del mijo están los granos
De las lejanas estrellas. Lo que a los bípedos
La altura, a los plumíferos es al revés.
No con el cerebelo sino con los pulmones
Adivina: no hay salvación.
Entonces grita. Brota de su encorvado pico
Un graznido de Erinias parecido
Rasgando al exterior un sonido mecánico
Insoportable: el ruido del acero
Hincando el aluminio.
Mecánico porque no está
A los oídos de nadie destinado. Ni al hombre
Ni a la ardilla que saltó del abedul
Ni a la zorra que late
Ni a los ratoncillos del campo.
A nadie le podrían cobrar así
Las lágrimas derramadas por su causa. Sólo los perros
Levantan el hocico. Un agudo y penetrante grito
Más terrible que la pesadilla del re sostenido
Del diamante, que corta el cristal,
Atraviesa el cielo. Y por un instante
El mundo se estremece por la herida.
Pues allá arriba la tibieza
Quema al espacio, como aquí abajo
La negra verja quema con el frío
A la mano sin guante. Exclamando: "¡mira,
Allá", vemos en la altura al azor hecho una lágrima
En la fina telaraña de las ondas
Producidas por la resonancia
Concéntricas se expanden por la bóveda celeste
Donde no existe el eco
Donde huele a apoteosis del sonido
Sobre todo si es octubre.
Y en este encaje, como estrella de hielo
Brillando toda escarchada y argéntea
Con las plumas hinchadas, el ave flota hacia el cenit
Al ultramarino. Con los prismáticos
Divisamos desde aquí una perla, un detalle:
Resplandece. Oímos: arriba algo suena
Como la vajilla que se quiebra
Como el cristal de la familia
Cuyos fragmentos, no obstante, no hieren:
Se derriten en la mano. Y por un instante
Volvemos a distinguir pequeños círculos, ojillos,
Abanicos, una mancha irisada
Puntos suspensivos, paréntesis, eslabones
Bozos, espigas
Lo que antes era la greca de la pluma.
El mapa transformado en un puñado
De hojuelas etéreas volando en la ladera.
Y al correr por la calle, los niños en abrigos de colores
Atrapándolas con los dedos
Gritan en inglés: "Invierno, Invierno"
1975
LA ESTRELLA DE NAVIDAD
En una fría temporada
En el cósmico lugar
Inclinado más al calor que al frío
Y más que a la montaña hacia el llano
El niño dios sonrió en la cueva para salvar al mundo.
El blanco aullaba, barría:
Así la tiza del invierno
borra y atiza en el desierto.
A El todo le parecía enorme: los pechos de la madre
El vapor amarillo de las ventanillas nasales de los toros
Los magos Melchor, Gaspar y Baltazar
Sus regalos traídos de tan lejos.
El era sólo un punto.
Y un punto era la Estrella.
Que atenta, sin parpadear, entre una misteriosa nube,
Sobre el pesebre del bebé,
Desde lejos, en el otro final,
Al fondo del Infinito,
Miraba hacia la cueva.
Y era Ella
La mirada del Padre
ANDREI BELY (1880-1934)
SOLO
A S.L. Kobilinsky
Las ventanas empañadas.
En el patio cuelga la luna.
Y vos estás parado al tuntún
frente a la ventana.
El viento se muere discutiendo
con la hilera de abedules grises.
Ha habido mucho dolor...
Ha habido muchas lágrimas...
Ante vos se alza involuntariamente
la hilera de años abandonados.
El corazón está dolido; duele
Y yo estoy totalmente solo.
DICIEMBRE
Diciembre... montones de nieve fuera...
Y yo recuerdo a usted y su voz.
Recuerdo, mirando la plateada nieve,
Sus hombros, estremeciéndose.
Toda en el encaje blanco de Marsella,
Quedó en la ventana, absorta,
Y alrededor, sentados en sofás bajos,
Los respetuosos caballeros.
Su criado servía el té caliente,
Y alguien tocaba el piano mientras
Usted me dirigió, silenciosamente,
Una mirada plena de tristeza.
Y, suavemente, estirándose
Como la inspiración, como un ángel,
Despertó así, entre mis ilusiones,
Una languidez inexpresable.
Al son de esa música antigua,
Se tejió una unión pura entre nosotros...
Aunque de reojo su marido
Miraba acariciando sus patillas.
Yo estoy solo en el torrente nevado,
Aunque vuele en la fragilidad de mi alma
El dulce recuerdo de todo aquello,
Que se esfumó, irrevocable.
VIDA (Tanka)
Sobre el pasto pequeña polilla-
Una flor, una flor autopropulsada-
Asimismo yo: hacia el viento -muerte-
sobre mí -un tallo-
paso volando como una polilla.
[De la versión en inglés de Babette Deutsche]
[Andrei Bely (Blanco) es el seudónimo literario de Boris
Nikolaevich Bugaev, nacido en Moscú, autor de grandes
novelas como "La paloma de plata" y "Petersburgo", que,
para Nabokov -que junto a Brodsky parecen ser los gran-
des formadores de Canon de la literatura rusa- es una de las
cuatro novelas más importantes del siglo XX]
OSIP MANDELSTAM (1891-1937)
(ULTIMOS POEMAS)
Si nuestros antagonistas me llevan
Y la gente deja de hablar conmigo;
Si confiscan el mundo entero-
El derecho de respirar y abrir puertas
Y afirman que la existencia existirá
Y que la gente, como un juez, juzgará;
Si se atreven a conservarme como a un animal
Y arrojan mi comida sobre el piso-
No caeré en el silencio ni mitigaré la agonía,
Sino que escribiré lo que soy libre de escribir,
Y unciendo diez bueyes a mi voz
Moveré mi mano en la oscuridad como un arado
Y caeré con todo el peso de la cosecha...
(1937)
Ah cuánto me gustaría-
Sin ser visto por nadie-
Remontarme detrás de la luz,
Para desaparecer por completo.
Pero tú, circúndate de luz-
no hay otro rapto, ningún otro trance.
Y aprende de las estrellas
De qué se trata lo de la luz.
Tú, a quien deseo deleitar-
Esto es un susurro:
En un arrullo,
Pequeña, te entrego a la luz.
Deberá ser una flecha de luz,
Cuando los murmullos-
El balbuceo de los enamorados-
La encienda, ardiendo iluminada.
(1937)
[Lo que los Trovadores significaron para Pound, Villon
lo significó para Mandelstam. Su poética va en la dirección
opuesta a la de Baudelaire y su noción de "correspondencia",
en favor de una base lógico-científica de la poesía. "La lógi-
ca", escribió, "es el reino de lo inesperado. Pensar lógicamen-
te significa asombrarse permanentemente. Sólo necesitamos
amar la música de las pruebas... No volamos: ascendemos so-
lamente por las torres que nosotros mismos podemos cons-
truir."
Se ha descripto a Mandelstam, sin embargo, "como un cha-
mán poseído por una visión". Él mismo escribió: "Intercam-
biando señales con el planeta Marte (no fantaseando, por su-
puesto) es una tarea digna de un poeta lírico."]
EDUARD BAGRITZKY (1885-1934)
Autorretrato, 1933.
DULCEMENTE ME DESMAYO
Dulcemente me desmayo
del aire quieto y los sueños,
Del prolongado tedio penetrante
y el vacilante canto:
Me gustan los gallitos
bordados en lino blanco,
Y los íconos austeros
el hollín multisecular.
Con devota humildad
el día sigue al día
Bajo el sofocante zumbido de las moscas.
Una codorniz masculla
bajo el abatido cieloraso,
Y el dulce de frambuesa perfuma las festividades.
Por la noche el tierno ganso relleno nos deja afectados,
Y la agobiante lámpara-ícono parpadea en tormento.
Y, cuello estirado, el gallito bordado
Sobre el lino inicia su interminable cacareo.
Me concediste acá, Oh Señor, un humilde refugio
Debajo de un generoso techo,
exento de las preocupaciones cotidianas
Donde días pesados,
como cucharadas de dulce,
Fluyen espesamente gota a gota.
[De la versión inglesa de George Reavey]
[Eduard Bagritzky es el seudónimo literario de Eduard
Dzyubin. Luchó en el frente persa durante la 1° Guerra Mun-
dial. Se enroló luego en el Ejército Rojo. Como muchos, fue
entusiastamente revolucionario hasta que comenzaron los
procesos soviéticos. Murió, probablemente de cáncer, a los
49 años.]
VLADISLAV FELITSIANOVICH HODASEVICH (1886-
1939)
LA MONA
El calor era feroz. Grandes bosques estaban incendiándose.
El tiempo arrastraba los pies en el polvo. Un gallo cacareaba
en un terreno cercano.
Mientras abría
el portón de mi jardín vi a un costado del camino
un vagabundo Serbio dormido sobre un banco
su espalda apoyada contra las empalizadas. Era magro
y muy negro, y a lo largo de su semidesnudo torso
colgaba una pesada cruz de plata, que jugueteaba
con el goteante sudor.
Encima del cerco que estaba sobre él,
ataviado con una enagua carmesí, su mona
estaba sentada mordisqueando ávidamente las polvorosas
[hojas
de un arbusto; un collar de cuero
estirado hacia atrás por la pesada cadena se hundía
profundo en su cuello.
Oyéndome pasar, el hombre
se revolvió, se limpió la cara, y me pidió algo de agua.Tomó
un sorbo para ver si la bebida no estaba
demasiado fría, y colocó un platillo
sobre el banco, e, instantánemente, el mono
se deslizó hacia abajo y tomó el platillo con ambas manos
hundiendo los pulgares; entonces, sobre las cuatro patas,
[bebió,
sus hombres presionando sobre el banco, su mentón
tocando las tablas, su espinazo arqueado más alto
que su pelada cabeza. Así, seguramente, hizo Darío
agachándose sobre un charco del camino mientras huía
de las estruendosas falanges de Alejandro.
Cuando la última gota fue sorbida la mona barrió
el platillo del banco, y alzó su cabeza,
y me ofreció su pequeña mano negra y mojada.
Ah, he estrechado los dedos de grandes poetas,
líderes de hombres, mujeres claras, pero ninguna mano
había sido tan exquisitamente moldeada
ni había tocado la mía con tal emoción de familiaridad,
y los ojos de persona alguna habían mirado dentro de mí
con tan profunda sabiduría... Leyendas de eras perdidas
se despertaron en mí gracias a esa deslucida bestia
y de repente vi la vida en su plenitud
y con un tropel de viento y olas y mundos
la música de órgano del universo
detonó en mis oídos, como había hecho antes
en bosques inmemoriales.
Y el Serbio
entonces siguió su camino golpeando su tamborín:
sobre su hombro izquierdo, como un príncipe Indio
sobre un elefante, se balanceaba su mona.
Un inmenso sol carmesí pero sin sol
colgaba en la lechosa niebla. El sofocante verano
fluía interminablemente sobre el trigo marchito.
Ese día se desató la guerra, ese mismo día.
[De la versión en inglés de V. Nabokov]
[Nabokov publicó un artículo titulado "Sobre Hodasevich",
firmado con el seudónimo "V. Sirin", que es el nombre que
usaba en los 20's y los 30's, en Berlín y en París, -menciona-
do en "El orientalista", el excepcional estudio de Tom Reiss,
que publicara Anagrama. En él dice Sirin/Navokob: "Este
poeta, el mayor poeta Ruso de nuestro tiempo, el descencien-
te de Pushkin en la línea sucesoria de Tyutchev..."]
ANNA AKHMATOVA (1889-1966)
En 1964
¿Cómo puedes mirar al Neva,
cómo puedes pararte sobre los puentes?
Con razón la gente piensa que sufro:
su imagen no me suelta.
Las alas de los ángeles negros pueden abatirte,
cuento los días hasta el Juicio Final.
Las calles están manchadas de espeluznantes fuegos,
hogueras de rosas en la nieve.
(1914)
[Los versos finales de su notable poema Réquiem, hablan
también del río:
"Y dejando que la nieve derretida fluya
como lágrimas de mis inmóviles, broncíneas pestañas,
deja que la paloma de la prisión llame a la distancia
y los barcos anden calladamente sobre el Neva."
1940.]
BORIS PASTERNAK (1890-1960)
En 1925
PRIMAVERA
He aquí la primavera. Vengo de la calle en donde se asombra
[el álamo,
donde la lejanía se inquieta y la casa teme ser derribada,
donde el aire es azul como la ropa
del que sale del hospital.
Donde la noche es vacía como una narración interrumpida,
que la estrella deja sin continuación
ante el estupor de mil y mil miradas azules,
insondables, inexpresivas.
[De la versión inglesa de Stanley Kunitz]
[Pasternak es uno de los cuatro grandes poetas rusos de la
primera mitad del siglo XX (con Akhmatova, Tsvietáieva y
Mandelstam). Premio Nobel de Literatura en 1958. El régi-
men lo persiguió, pero sin encarcelarlo, desde 1930 hasta su
muerte]
VLADIMIR MAIACOVSKY (1893-1930)
En 1928
PASADA LA UNA DE LA MAÑANA...
Pasada la una de la mañana. Debés haberte ido a la cama.
La Vía Láctea derrama un río de plata a través de la noche.
No tengo apuro; con relampagueantes telegramas
No tengo motivos para despertarte o preocuparte.
Y, como dicen, el incidente está cerrado.
El bote del amor se ha estrellado contra la amoladora diaria.
Ahora vos y yo somos renunciantes. Para qué molestarse
en saldar penas mutuas, dolores y heridas.
Mirá qué quietud se establece sobre el mundo.
La noche envuelve el cielo en tributo de las estrellas.
En horas como éstas, uno se alza para arengar
Las épocas, la historia, y la creación toda.
[Encontrado en el bolsillo de Maiacovsky después de pegar-
se un tiro. Parece haber sido parte de un poema más extenso
sobre el que estaba trabajando en ese tiempo.]
[Del inglés, George Reavey]
SERGUEI YESENIN (1895-1925)
En 1924
ADIOS, AMIGO MIO
Adiós, amigo mío, hasta que nos volvamos
A encontrar, te retengo en mi corazón.
Nuestra largamente anunciada separación
Predice reencuentro allá.
Ninguna palabra, ningún apretón de manos, hasta el encuentro;
No sufras, amigo mío, ni te veas muy triste-
En la vida no es ninguna novedad morirse,
Y vivir no es, por supuesto, algo más nuevo.
[El poema de despedida de Yesenin, escrito con su propia
sangre poco antes de colgarse en el Hotel d'Anglaterre, en
Leningrado. Suicidio provocado en buena medida por el di-
lema que siempre representó para él su "vieja Rusia de la ma-
dera" enfrentada al nuevo mundo mecánico de la Unión So-
viética. Maiacovski criticó ácidamente, en 1926, la decisión
de Yesenin, pero no mucho después seguiría sus pasos.]
OLGA BERGGOLTS (1910- 1975)
En 1946
AL CANTO
Despierta como quieras, pero despierta en mí,
en el frío, en mis silenciosas profundidades.
No te imploraré palabras, pero dame
una señal de que aún estás vivo.
No por mucho tiempo... sólo un momento de tu tiempo.
Si no un verso, sólo un suspiro, sólo un grito.
Sólo un susurro o sólo una queja.
Sólo el sordo sonar de tus cadenas.
[De la versión en inglés de Daniel Weissbort]
[Nacida en Leningrado, atravesó las purgas estalinianas de
los treinta, fue encarcelada dos veces, su marido fue ejecu-
tado. Su segundo marido murió de hambre durante el blo-
queo alemán a Leningrado en 1942.]
[Encarcelada porque su apellido sonaba alemán. Tuvo a su
hijo en las celdas de los servicios secretos soviéticos. Amiga
de Akhmatova, durante el sitio de Leningrado realizó trans-
misiones radiales para reconfortar a los defensores de la ciu-
dad, en la que murieron tal vez dos millones de personas. A
la entrada del Mausoleo en Memoria de las tumbas masivas,
grabada en granito, una frase suya (Nikto ne zabyt i nichto ne
zabyto): "Nadie es olvidado y nada es olvidado".]
ANDREI VOZNESENSKY (1933- 2010)
YO SOY GOYA
Yo soy Goya
sobre el campo desnudo, excavado por el pico del enemigo
hasta que los cráteres de mis ojos boquearon
Yo soy el dolor
Yo soy la lengua
de la guerra, las brasas de las ciudades
en las nieves del año 1941
Yo soy el hambre
Yo soy la garganta
de una mujer colgada cuyo cuerpo como una campana
pendulaba sobre una plaza vacía
Yo soy Goya
¡Ah, viñas de ira!
He arrojado hacia el oeste
las cenizas de un invitado indeseable!
y martillado estrellas en un cielo sin olvido- como clavos
Yo soy Goya
[De la versión en inglés de Stanley Kunitz]
DOS POEMAS
I
Sobre un oscuro y callado imperio
vuelo solitario -y te envidio,
águila de dos cabezas quien al menos
siempre te tienes a tí mismo para hablar.
II
Colgar desnudas bombitas de luz de un cielorraso
simple cuerda siempre servirá;
es sólo el poeta quien debe colgar
de su resplandeciente blanco nervio espinal.
[Versión en inglés de William Jay Smith y Patricia Blake]
BELLA AKHMADULINA (1937-2010)
OTOÑO
Sin trabajar, sin respirar,
la colmena se endulza y muere.
El otoño se ahonda, el alma
madura y se vuelve redonda;
arrastrado al cambiante color de los frutos,
arrojado fuera de las ociosas flores.
El trabajo es largo y aburrido en otoño,
la palabra es pesada.
Más y más pesadamente, día a día,
la naturaleza aplasta la mente.
Una lasitud como sabiduría
ensombrece la boca con silencio.
Aún un chico, en su bicicleta,
pedaleando hacia blancas saetas de luz,
de pronto mira hacia arriba
con una pálida, clara tristeza.
[Del inglés, Aliki Barnstone]
[Si bien se mantuvo apolítica en términos generales, siempre
apoyó a los escritores críticos del sistema soviético. En su
momento, Joseph Brodsky dijo de ella "es la mejor poeta vi-
va en lengua rusa".]
JOSEPH BRODSKY (1940-1996)
CARTAS DE LA DINASTIA MING
I
Pronto habrán sido trece años desde que el ruiseñor
revoloteó fuera de su jaula y desapareció. Y, al caer la noche,
el Emperador lava su medicina con la sangre
de otro sastre, entonces, apoyado en almohadas de seda,
[enciende un pájaro enjoyado
que lo arrulla con su nivelado, idéntico canto.
En esta suerte de aniversario, de números primos, errado,
que celebramos en estos días en nuestra "Tierra-bajo-Cielo".
El espejo especial que alisa las arrugas aún
cuesta más caro cada año. Nuestro pequeño jardín está atra-
[gantado de yuyos.
El cielo, también, está punzado de chapiteles como alfileres
[en las escápulas
de alguien tan enfermo que su espalda es todo lo que nos es-
[tá permitido ver
y cuandoquiera que hablo de astronomía
al hijo del Emperador, empieza a bromear...
Esta carta a vos, Amada, de tu Pato Salvaje
es pincelada en perfumado papel de arroz que me ha dado la
[Emperatriz.
Ultimamente no hay arroz pero el flujo de papel de arroz es
[interminable.
II
"Los caminos de mil li de largo comienzan con el primer
[paso", según
reza el proverbio. Lástima que el camino a casa no
depende de ese mismo paso. Excede diez veces
los mil li, especialmente contando de ceros.
Mil li, dos mil li-
mil significa "Tú nunca has de ver
tu lugar natal." Y la carencia de significación, como una plaga,
salta de las palabras a los números, especialmente a los ceros.
El viento nos sopla hacia el oeste como las amarillas cizañas
de vaina seca, allí donde el Muro se hace torre.
Contra él la figura del hombre es fea y rígida como un jero-
[glífico atemorizante,
como cualquier escritura ilegible que uno observa.
Este tironeo en una sola dirección me ha hecho
algo elongado, como la cabeza de un caballo,
y todo lo que el cuerpo debería ser es gastado por su sombra
susurrando a través de las marchitas briznas del centeno sil-
[vestre.
[Del inglés, versión de Derek Walcott]
[Joseph Brodsky estuvo detenido en campos de concentración
de Siberia. En 1972 pudo irse a los Estados Unidos, adquirien-
do esa nacionalidad cinco años después. Debió cambiar de
lengua, un proceso aún más traumático para un poeta. Premio
Nobel de Literatura en 1987. Autor de importantes ensayos,
estrechamente vinculado en el campo literario a Derek Wal-
cott y a W.H. Auden.]
MIKHAIL AIZENBERG (1948- )
(Dentro de una persona vive el agua...)
Dentro de una persona vive el agua. Remoja, empapa.
En su meticulosa e insistente manera
sigue hablando, el agua.
Con el chorrear de los días
es aún más difícil entenderse con ella.
Nunca duerme,
nunca permanece en silencio.
Y ni siquiera intentes vivir en su estilo de vida,
en el curso de su vida de larga, dura labor.
Fijate si la podés convertir en hielo caliente,
en flúida roca si podés, agua.
[De la versión en inglés de J. Kates]
[Nacido en Moscú. Ensayista y editor, además de poeta.
Premiado con el Andrei Bély.]
IRINA ERMAKOVA (1951- )
(Dios ve la ausencia de metáfora)
Dios ve la ausencia de metáfora.
Él nota el vacío fondo-del-mar.
Su interés mengua entre las líneas,
Las líneas corren juntas, Él pierde el hilo.
Pero si una línea crudamente hecha
es accidentalmente transparente y profunda
Dios se sumerge en ella con gratitud.
Como Lector él tiene siglos almacenados
Como Pez él entiende al autor.
(Y entonces, qué queda)
Y entonces, ¿qué queda? Bueno, poemas, ¿qué otra cosa?
El mundo está lleno de algo más que puros tontos.
El azafrán de las praderas florece grueso todo el tiempo,
con su falsa fragancia de inmortales.
Todas las caras, todas las palabras, todas las hierbas comunes
están unidas por este olor de flores cortadas,
la abeja filtrando la miel de ayer,
se empantana en el presente también.
Encajada ahí, y por todo tu zumbar
sólo lograrás arrancarte un ala,
decime que esto, también, pasará...
decime... seguramente podés decirlo....
Gris, impermeable pasto,
No mientas -el tiempo gotea de los peines.
Entonces ¿qué queda de vos
para mí? Bueno, por supuesto. Por supuesto.
[De la versión en inglés de Eugeny Bunimovich y J. Ka-
tes]
[Irina Ermakova tiene una homónima científica, famosa
investigadora del Instituto de Neurociencias de Moscú, que
la ha alejado del Google. Sin embargo, es una poeta reco-
nocida, ganadora del valorado premio Arion, y la creadora
de varios personajes ficticios, como la poeta japonesa del
siglo XII, Yoko Irinati.]
SVETLANA KEKOVA (1951- )
(EL APENAS VIBRÁTIL AIRE ALEGRE)
El apenas vibrátil aire alegre
es un juguete dorado para las avispas,
y la arena debajo del tembloroso sauce
está empapado en agua de primavera.
El polen brilla en el sendero
de los rayos luminosos
y los abejorros se zambullen eficientemente
en los lagos de las florecientes arvejas dulces.
¡Qué fiesta de vista y sonido!
Todo el mundo está renaciendo
en mí, más liviano que las plumas del cisne,
más pesado que una piedra hundida.
[De la versión en inglés de Galina Detinko y Judith
Hemschemeyer]
[Filóloga, nacida en la ciudad de Aleksandrovsk, en la re-
gión Sakhalin. Ganadora del Premio Apollon Grigor en el
'99]
EUGENY BUNIMOVICH (1954- )
HAIKU UNO
haiku uno
sólo tres líneas en total
de las cuales dos ya están gastadas
así pasará la vida
haiku dos
diecisiete sílabas
de las cuales quedan cinco
sólo queda una
haiku tres
así ha pasado la vida
y es todo tan Hokusai
en el jardín de rocas
VERA PAVLOVA (1963- )
(Ojos míos)
Ojos míos
porqué están tristes
cuando yo estoy tan contenta
palabras mías
porqué son tan rudas
cuando yo soy tan amable
actos míos
porqué son estúpidos
cuando yo soy tan lista
amigos míos
porqué están todos muertos
cuando yo soy tan poderosa
(la chica duerme como si)
la chica duerme como si
alguien especial estuviera soñando
la mujer duerme como si
la guerra comenzara mañana
la mujer anciana duerme
como si fuese suficiente fingir
la muerte para que ésta pase de largo
por el otro lado del dormir
DMITRI POLISHCHUK (1965- )
UN BREVE RECITATIVO MELANCÓLICO
Sólo lo perecedero es precioso.
Sólo lo que está sobre papel es importante.
En cuanto a lo que no tiene finalidad, es realmente práctico.
Lo efímero es escencial.
Lo que no tiene esperanza todavía puede hacerse,
pero lo que es concebible es corrupto.
Todo lo que es dócil es también aburrido;
lo que no tiene esperanza no tiene obstáculos.
Lo que es fútil es fantástico,
lo que es inquietante es digno de confianza.
Todo lo que es involuntario, ¡tan injurioso!
Pero todo lo que es ebulliciente es eterno.
Et cétera...
[De la Versión en inglés de Olga Livshin y Andrew Janco]
[Moscovita, autor de varios libros de poesía]