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Alaíde Foppa,

poesias cortas

 


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Alaíde Foppa

 

Elogio de mi cuerpo

1. Los ojos

Mínimos lagos tranquilos 
donde tiembla la chispa 
de mis pupilas 
y cabe todo 
el esplendor del día. 
Límpidos espejos 
que enciende la alegría 
de los colores. 
Ventanas abiertas 
ante el lento paisaje 
del tiempo. 
Lagos de lágrimas nutridos 
y de remotos naufragios. 
Nocturnos lagos dormidos 
habitados por los sueños, 
aún fulgurantes 
bajo los párpados cerrados.

* * *

2. Las cejas

Las breves alas 
tendidas sobre mis párpados 
sólo abrigan 
el espacio escaso 
en el que flota 
una interrogación latente, 
al que asoma 
un permanente asombro.

* * * 


3. La nariz

Casi un apéndice 
en la serena geometría 
de mi rostro, 
única recta 
en la gama de curvas suaves, 
el sutil instrumento 
que me une al aire. 
Cándidos olores 
acres aromas 
densas fragancias 
de flores y de especias 
-desde el anís hasta el jazmín- 
aspira trepidante 
mi nariz.

* * * 

4. La boca

Entre labio y labio 
cuánta dulzura guarda 
mi boca abierta al beso, 
estuche en que los dientes 
muerden vívidos frutos, 
cuenca que se llena 
de jugos intensos 
de ágiles vinos 
de agua fresca, 
donde la lengua 
leve serpiente de delicias 
blandamente ondula, 
y se anida el milagro 
de la palabra.

* * * 

5. Las orejas

Como dos hojas 
de un árbol ajeno 
nacen a los lados 
de mi cabeza. 
Por el tallo escondido 
se desliza 
la opulencia 
de los sonidos, 
me alcanzan 
las vivas voces 
que me llaman.

* * * 

6. El pelo

Dulce enredadera serpentina, 
única vegetación 
en la tierra tierna de mi cuerpo, 
hierba fina 
que sigue creciendo 
sensible a la primavera, 
ala de sombra 
contra mi sien, 
leve abrigo sobre la nuca. 
Para mi nostalgia de ave 
mi penacho de plumas.

* * * 

7. Las manos

Las manos 
débiles, inciertas, 
parecen 
vanos objetos 
para el brillo de los anillos, 
sólo las llena 
lo perdido, 
se tienden al árbol 
que no alcanzan, 
pero me dan el agua 
de la mañana, 
y hasta el rosado 
retoño de mis uñas 
llega el latido.

* * * 

8. Los pies

Ya que no tengo alas, 
me bastan 
mis pies que danzan 
y que no acaban 
de recorrer el mundo. 
Por praderas en flor 
corrió mi pie ligero, 
dejó su huella 
en la húmeda arena, 
buscó perdidos senderos, 
holló las duras aceras 
de las ciudades 
y sube por escaleras 
que no sabe a donde llegan.

* * * 

9. Los senos

Son dos plácidas colinas 
que apenas mece mi aliento, 
son dos frutos delicados 
de pálidas venaduras, 
fueron dos copas llenas 
próvidas y nutricias 
en la plena estación 
y siguen alimentando 
dos flores en botón.

* * * 

10. La cintura

Es el puente cimbreante 
que reune 
dos mitades diferentes, 
es el tallo flexible 
que mantiene 
el torso erguido, 
inclina mi pecho 
rendido 
y gobierna el muelle 
oscilar de la cadera. 
Agradecida 
adorno mi cintura 
con un lazo de seda.

 * * * 

11. El sexo

Oculta rosa palpitante 
en el oscuro surco, 
pozo de estremecida alegría 
que incendia en un instante 
el turbio curso de mi vida, 
secreto siempre inviolado, 
fecunda herida.

* * * 

12. La piel

Es tan frágil la trama 
que la rasga una espina, 
tan vulnerable 
que la quema el sol, 
tan susceptible 
que la eriza el frío. 
Pero también percibe 
mi piel delgada 
la dulce gama 
de las caricias, 
y mi cuerpo sin ella 
sería una llaga desnuda.

* * * 

13. Los huesos

Alabo 
el tibio ropaje 
la apariencia 
el fugitivo semblante. 
Y casi olvido 
la obediente armazón 
que me sostiene, 
el maniquí ingenioso, 
el ágil esqueleto 
que me lleva.

* * * 

14. El corazón

Dicen que es del tamaño 
de mi puño cerrado. 
Pequeño, entonces, 
pero basta 
para poner en marcha 
todo esto. 
Es un obrero 
que trabaja bien, 
aunque anhele el descanso, 
y es un prisionero 
que espera vagamente 
escaparse.

* * * 

15. Las venas

La floración azulada 
de las venas 
dibuja laberintos 
misteriosos 
bajo la cera de mi piel. 
Tenue hidrografía 
apenas aparente, 
ágiles cauces que conducen 
deseos y venenos 
y entrañable alimento.

* * * 

16. La sangre

Secreto corre el torrente 
de mi sangre rápida. 
Inmenso es el río 
que en subterráneos meandros 
madura 
y nutre el ámbito 
de mi vida profunda. 
La cálida corriente 
que me inunda 
en la flor de la herida 
se derrama.

* * * 

17. El sueño

En tan blando nido 
mi corazón descansa, 
ni lo asombran 
los perdidos fantasmas 
que se asoman. 
Pasa por mi sueño 
la ola calma 
de mi respiro. 
En tanto olvido 
el tiempo de mañana 
se prepara, 
mientras estoy viviendo 
efímera muerte.

* * * 

18. El aliento

No se de donde viene 
el viento que me lleva, 
el suspiro que me consuela, 
el aire que acompasadamente 
mueve mi pecho 
y alienta 
mi invisible vuelo. 
Yo soy apenas 
la planta que se estremece 
por la brisa, 
el sumiso instrumento, 
la grácil flauta 
que resuena 
por un soplo de viento.

 

 


 

Ella se siente a veces...

Ella se siente a veces
como cosa olvidada
en el rincón oscuro de la casa
como fruto devorado adentro
por los pájaros rapaces,
como sombra sin rostro y sin peso.
Su presencia es apenas
vibración leve
en el aire inmóvil.
Siente que la traspasan las miradas
y que se vuelve niebla
entre los torpes brazos
que intentan circundarla.
Quisiera ser siquiera
una naranja jugosa
en la mano de un niño
-no corteza vacía-
una imagen que brilla en el espejo
-no sombra que se esfuma-
y una voz clara
-no pesado silencio-
alguna vez escuchada.

 


 

 

Oración

Dame, señor
un silencio profundo
y un denso velo
sobre la mirada.
Así seré un mundo
cerrado:
una isla oscura;
cavaré en mí misma dolorosamente
como en tierra dura
Y cuando me haya desangrado
ágil y clara será mi vida
Entonces, como río sonoro y transparente,
fluirá libremente
el canto encarcelado.

 



 

Oscuro canto

Oscuro canto
que brota
de la honda esperanza
rota,
y del retorno
al círculo cerrado.
Peso escondido
como hijo sin nacer
en el vientre profundo,
apretado nudo
en el lugar del corazón.

Ay, tampoco suena
ni sube
el nocturno canto
hacia el cielo lejano.
Es una voz sorda
que se ahoga en la garganta,
es un grito callado.
Y si sube,
no es un vuelo
en la noche muda,
es sólo una nube de humo
que se pierde en la sombra.


 


 

 

Propiciatoria

Lenta y plácida
sea la vida que corre por mis venas,
largos sueños y dulces despertares
me asistan,
escuchen mis oídos voces quedas,
mientras crece en secreto
la criatura.
¡Ay, que el llanto no empañe mi pupila!
Que por furtivo anhelo
no tiemblen mis pestañas,
ni perturbantes fantasmas me llamen,
mientras vive en mi seno
la criatura.
¿Cómo puedo estar triste
si la rama florece?
No empañe su mirada,
antes que se abra,
el velo de mis lágrimas.
El alma no me pertenece.
Mañana,
desprendida de mí
la criatura,
irá libre y ligero
mi imprudente paso,
y sin temores,
podré dejarme lastimar de nuevo.
Pero hoy, Señor,
aparta de mi lado
las cosas que me hieren:
tiende un camino de arena fina
bajo mi pie cansado,
defiende mi soledad tranquila
y pon sobre mi frente
una corona matinal
de pensamientos claros.

 

 


Señor, estamos solos...

Señor, estamos solos,
Yo, frente a Ti:
Diálogo imposible
Grave es tu presencia
Para mi solitario amor.
Escucho tu llamada
Y no sé responderte.
Vive sin eco y sin destino
El amor que sembraste:
Sepultada semilla
Que no encuentra el camino
Hacia la luz del día.
En mi pecho encendiste
Una llama sombría
¿Por qué señor, 
no me consumes entera,
si no hay para tu amor
otra respuesta
que mi callada espera?

 


 

 

Un día

Este cielo nublado
de tempestad oculta
y lluvia presentida
me pesa;
este aire denso y quieto,
que ni siquiera mueve
la hoja leve
del jazmín florecido,
me ahoga;
esta espera
de algo que no llega
me cansa.
Quisiera estar lejos,
donde nadie
me conociera:
nueva
como la yerba fresca,
ligera,
sin el peso
de los días muertos
y libre
ir por caminos ignorados
hacia un cielo abierto.