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Bon Dylan,

poesias cortas

 


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Bob Dylan

Blues hablados de la tercera guerra mundial

Hace tiempo tuve un sueño desconcertante 
Soñé que me había metido en la Tercera Guerra Mundial. 
Al mismísimo día siguiente fui a ver al médico 
Para ver qué me podía decir. 
Me dijo que había sido un mal sueño. 
De todas formas yo no estaba preocupado en absoluto. 
Eran mis propios sueños y sólo existían en mi cabeza. 

Dije yo: «Un momento nada más, doctor, me ha pasado una guerra mundial por la cabeza»
Dijo él: «Enfermera, coja su libreta; este chico está demente»
Me cogió por el brazo. Yo dije ¡ay! 
Según aterrizaba en el diván del siquiatra. 
Me dijo: «Cuéntamelo todo».

Bueno, pues todo empezó a las tres en punto de la madrugada, 
Y al dar y cuarto ya había terminado. 
Yo estaba en una alcantarilla con alguna amiguita, 
Cuando decidí echar un vistazo por una tapadera 
Para ver quién podía haber encendido las luces. 
Me levanté a dar una vuelta 
Y recorrí la ciudad vacía, 
Me pregunté dónde podría ir, 
Encendí un cigarrillo en un parquímetro 
Y seguí carretera abajo. 
Era un día normal. 

Toqué el timbre de un refugio contra la lluvia radiactiva, 
Asomé la cabeza y pegué un grito, 
«Dadme una judía verde, soy un hombre hambriento». 
Una escopeta disparó y yo salí huyendo. 
No les culpo demasiado de todas formas, 
El no me conocía. 

En la esquina de abajo, junto a un puesto de perritos calientes, 
Vi a un hombre, le dije: «Hola, tú, amigo», 
Y supongo que algo de aquello debía haber, 
Gritó sólo un poquito y salió escapado. 
Pensó que yo era un comunista. 

Localicé a una moza y antes de que se pudiera ir, 
Le dije: «Juguemos a Adán y Eva»
La cogí de la mano y tuve un ataque de palpitaciones, 
Pero ella me dijo: «Sí, hombre, ¿estás loco o qué?»
«¿No has visto lo que pasó la última vez que empezaron?»

Vi la ventana de tu Cadillac allá en la ciudad. 
No había nadie por allí. 
Me senté al volante 
Y tiré por la calle cuarenta y dos abajo 
En mi Cadillac. 
Buen coche ése para conducir después de una guerra. 

Bueno, pues como recordaba haber visto algún anuncio, 
Puse la emisora de emergencia 
Pero no había pagado la factura, 
Y aquello no funcionaba ni medio bien. 
Puse en marcha mi tocadiscos, 
Era Rock A Day y Johnny cantaba, 
«Dile a tu Pa, dile a tu Ma, 
Que nuestros amores van en aumento, Ooh-wah, Doh-wah .»

Me sentí así como solitario y triste, 
Necesitaba hablar con alguien, 
Así que llamé al reloj de la Telefónica 
Aunque sólo fuera por oír a alguien. 
«Al oír la tercera señal 
Serán las tres en punto».
Lo estuvo diciendo durante más de una hora 
Y luego colgué. 

Bueno, pues el doctor me interrumpió como por aquí 
Diciendo: «¡Eh! Yo también he estado soñando eso mismo últimamente» 
«Pero mi sueño era algo distinto, verás 
Yo soñaba que el único que quedaba después de la guerra era yo, 
Y no te veía por allí». 

El tiempo pasó y ahora parece 
Que todo el mundo sueña lo mismo. 
Todos se ven paseando por ahí y no ven a nadie más. 
La mitad de la gente puede estar a medias en lo cierto continuamente 
Unos cuantos pueden estar en lo cierto alguna vez, 
Pero nadie puede estar en lo cierto todo el tiempo. 
Me parece que esto lo dijo Abraham Lincoln. 
Os dejaré aparecer en mis sueños si me dejáis que aparezca en los vuestros. 
Esto lo he dicho yo.

Colección Visor de poesía 1972
Versión de Antonio Rasines

 

 

 

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas

Con tu boca de mercurio en la era de los misioneros. 
Y tus ojos como de humo y tus rezos que parecen rimas, 
Y tu cruz de plata, y tu voz de campanillas 
¿Quién creen que podría enterrarte? 
Con tu bolsillos por fin bien protegidos 
Y tus visiones de tranvías que dejas sobre la hierba 
Y tu piel de seda, y tu cara como el cristal 
¿A quién crees que podrían convencer para que te llevara a cuestas? 

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas, 
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie, 
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes 
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja? 
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar? 

Con tus sábanas como el metal y tu cinturón de encaje, 
Y tu mazo de cartas sin la sota ni el as, 
Y tus vestidos de sótano, y tu cara hueca, 
¿Quién de ellos pudo pensar que podría adivinar lo que harías? 
Con tu silueta cuando la luz del sol se va apagando 
En tus ojos, donde nada la luz de la luna, 
Y tus canciones de caja de cerillas y tus himnos gitanos, 
¿Quién de ellos querría intentar impresionarte?

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas, 
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie, 
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes 
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja? 
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar? 

Los reyes de Tiro, con su lista de presos, 
Esperan en fila sus besos de geranio. 
Y tú no podías saber que ocurriría así 
Pero, ¿quién de entre todos ellos desea realmente besarte? 
Con las llamas de tu infancia en tu manta de medianoche. 
Y tus modales a la española y las drogas de tu madre. 
Y tu boca de vaquero, y tus elogios de toque de queda. 
¿Quién de ellos crees que se te podría resistir? 

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas, 
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie, 
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes 
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja? 
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar? 

Los granjeros y los negociantes decidieron entre todos 
Enseñarte que lo que solían esconder eran los ángeles muertos. 
Pero, ¿por qué tuvieron que elegirte a ti para que te pusieras de su lado? 
¿Cómo pudieron equivocarse contigo de ese modo? 
Hubieran querido que cargaras con las culpas de lo de la granja, 
Pero con el mar a tus pies y la fingida falsa alarma, 
Y con el hijo de un maleante recogido en tus brazos, 
¿Cómo iban a poder convencerte? 

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas, 
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie, 
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes 
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja? 
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar? 

Con tus recuerdos de la calle de los enlatadores como láminas de metal, 
Y tu marido de revista que tenía que irse algún día, 
Y tu delicadeza de ahora, que no puedes ocultar, 
¿Quién de ellos crees que te daría empleo? 
Ahora estás con tu ladrón, estás en su libertad bajo palabra 
Con el medallón sagrado que acabas de doblar con tus propios dedos. 
Y tu cara de santa, y tu alma de fantasma, 
¿Quién de entre todos ellos pudo jamás pensar que te podrían destruir? 

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas, 
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie, 
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes 
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja? 
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?

Colección Visor de poesía 1972
Versión de Antonio Rasines

 

 

 

Flotando en el viento

¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre
Antes de que le llaméis hombre?
¿Cuántos mares debe surcar la blanca paloma
Antes de dormir sobre la arena?
¿Cuántas veces deben volar las balas de cañón
Antes de ser prohibidas para siempre?
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento,
La respuesta está flotando en el viento,

¿Cuántas veces debe un hombre mirar hacia arriba
Para poder ver el cielo?
¿Cuántos oídos debe tener un hombre
Para poder oír a la gente llorar?
¿Cuántas muertes serán necesarias para que comprenda
Que ya ha habido demasiados muertos?
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento,
La respuesta está flotando en el viento,

¿Cuántos años puede permanecer una montaña
Antes de ser arrastrada al mar?
¿Cuántos años pueden algunas gentes vivir
Antes de conocer la libertad?
¿Cuántas veces puede un hombre volver la cabeza
fingiendo no ver nada?
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento,
La respuesta está flotando en el viento.

Versión de Marcelo Covian


 


 

 

George Jackson

Cuando me desperté esta mañana 
Mi cama estaba empapada de lágrimas 
Han matado a un hombre al que amaba de verdad 
Le han pegado un tiro en la cabeza. 

Dios, Dios, han matado a George Jackson 
Dios, Dios, le han tumbado por tierra 

Le metieron en la cárcel 
Por un robo de treinta dólares 
Cerraron la puerta tras él 
Y tiraron la llave 

Dios, Dios, han matado a George Jackson 
Dios, Dios, le han tumbado por tierra 

Nunca aceptó la mierda de nadie 
Nunca agachó la cabeza ni se arrodilló 
Las autoridades le odiaban 
Porque era demasiado real. 

Dios, Dios, han matado a George Jackson 
Dios, Dios, le han tumbado por tierra. 

Los guardianes de la prisión le maldecían 
Mientras le vigilaban desde lo alto 
Pero tenían miedo de su poder 
Estaban asustados de su amor. 

Dios, Dios, han matado a George Jackson 
Dios, Dios, le han tumbado por tierra 

A veces pienso que este mundo 
No es más que un gran patio de prisión 
Algunos somos presos 
Los otros somos guardianes. 

Dios, Dios, han matado a George Jackson 
Dios, Dios, le han tumbado por tierra.

Colección Visor de poesía 1972
Versión de Antonio Rasines

 

  
 

 

Hace mucho tiempo, muy lejos... 

Predicar sobre la paz y la hermandad 
¡Oh!, ¡cuál puede llegar a ser el precio! 
Un hombre lo hizo hace ya mucho tiempo 
y le colgaron de una cruz. 

Hace mucho tiempo, muy lejos, 
Estas cosas ya no pasan hoy en día. 

Las cadenas de esclavos 
Se arrastraban por el suelo 
Con las cabezas y los corazones agachados 
Pero esto fue en tiempos de Lincoln 
Y eso fue hace mucho tiempo. 

Hace mucho tiempo, muy lejos 
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día. 

Las armas de guerra se dispararon salvajemente 
El mundo entero sangró 
Los cuerpos de los hombres flotaron en las orillas 
De océanos de barro. 

Hace mucho tiempo, muy lejos, 
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día. 

Un hombre tenía mucho dinero 
Otro no tenía ni para comer 
Un hombre vivía como un rey 
El otro mendigaba en la calle 

Hace mucho tiempo, muy lejos 
Estas cosas ya no pasan hoy en día. 

Un hombre murió por un cuchillo muy afilado 
Un hombre murió por la bala de un rifle 
Un hombre murió de tristeza 
Al ver el linchamiento de su hijo 

Hace mucho tiempo, muy lejos 
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día. 

Los gladiadores se mataban los unos a los otros 
Esto fue en tiempos de los romanos 
La gente les vitoreaba con los ojos inyectados en sangre 
Mientras los ojos y la mente se cegaban 

Hace mucho tiempo, muy lejos 
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día. 

Y hablar de paz y hermandad 
¡Cuál puede llegar a ser el precio! 
Un hombre lo hizo hace mucho tiempo 
y le colgaron de una cruz. 

Hace mucho tiempo, muy lejos 
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día. ¿No?

Colección Visor de poesía 1972
Versión de Antonio Rasines


 

 

 

La huida del vagabundo

Ayudadme en mi miseria 
Oí al vagabundo decir 
Cuando le sacaban del tribunal 
Y se lo llevaban 
«Mi camino no ha sido agradable 
Y me queda poco tiempo, 

Y sigo sin saber 
Qué mal le he hecho yo a nadie»

El juez se quitó la toga, 
Sus ojos se llenaron de lágrimas 
«Jamás lo comprenderías», le dijo, 

«¿Por qué tienes que intentarlo?» , 
Fuera el público alborotaba, 
Se le podía oír desde la puerta, 
Dentro el juez bajaba del estrado 
Mientras el jurado clamaba pidiendo más. 

«¡Oh!, callen ya a ese maldito jurado», 
Gritaron el asistente y la enfermera. 
El juicio ya fue bastante malo, 
Pero esto es diez veces peor. 
Justo entonces, un rayo, 
Reventó el Juzgado, 
Y mientras todo el mundo caía de rodillas a rezar, 
El vagabundo escapó.

Colección Visor de poesía 1972
Versión de Antonio Rasines

 

 



Sólo un vagabundo

Al ir caminando un día, en un rincón 
Vi a un viejo vagabundo tumbado en un portal 
Su cara se apretaba contra el frío suelo de la acera 
Y calculé que debía llevar allí toda la noche o más. 

Era sólo un vagabundo, pero ya falta uno más 
No deja atrás a nadie que cante su triste canción 
No deja atrás a nadie que le lleve a casa 
Sólo un vagabundo, pero ya falta uno más. 

Una manta de papeles de periódico cubría su cabeza. 
El escalón era su almohada, la calle era su cama 
Una mirada a su cara permitía ver el largo camino que había recorrido 
Y un puñado de dinero dejaba ver las monedas que había mendigado. 

Era sólo un vagabundo, pero ya falta uno más 
No deja atrás a nadie que cante su triste canción 
No deja atrás a nadie que le lleve a casa 
Sólo un vagabundo, pero ya falta uno más. 

¿Hace falta acaso ser muy hombre para ver toda la vida derrumbarse? 
¿Para mirar al mundo desde un agujero en el suelo? 
¿Para esperar el futuro como un caballo que se ha quedado cojo? 
¿Para yacer en el arroyo y morir sin un nombre?

Colección Visor de poesía 1972
Versión de Antonio Rasines

 

 

 

Soñé que veía a San Agustín

Soñé que veía a San Agustín 
Tan vivo como tú y yo, 
Atravesando a toda velocidad estos cuartos 
En la más absoluta de las miserias. 
Con una manta bajo el brazo 
Y un abrigo de oro macizo 
Buscando precisamente las almas 
Que ya habían sido vendidas. 

«Despertad, despertad», gritó con fuerza, 
Con voces desmesuradas 
«Salid talentudos reyes y reinas 
Y escuchad mi triste queja. 
No hay un solo mártir entre vosotros 
Al que podáis llamar vuestro, 
Pero seguid vuestro camino con conformidad, 
y sabed que no estáis solos". 

Soñé que veía a San Agustín, 
Vivo y echando fuego por la boca 
Y que yo era uno de los que 
Le echaron a morir a la calle. 
Y me desperté encolerizado 
Tan solo y aterrorizado, 
Que apoyé los dedos contra el cristal, 
Y agaché la cabeza y lloré.

Colección Visor de poesía 1972
Versión de Antonio Rasines

 

 

 

Soy un vagabundo solitario...

Soy un vagabundo solitario 
Sin familia ni amigos. 
Allí donde podría empezar la vida de cualquiera, 
Es exactamente donde acaba la mía. 
He probado suerte en el soborno, 
El chantaje y el fraude, 
Y he cumplido condenas por todo 
Menos por pedir en la calle. 

Hubo un tiempo en que yo era un hombre próspero, 
No me faltaba de nada, 
Tenía oro de catorce quilates en la boca 
Y seda en mis espaldas, 
Pero no confié en mi hermano, 
Le hice caer en desgracia, 
Y esa fue la causa de mis desdichas. 
Lo que me llevó a desaparecer deshonrado. 

Amables señores y amables caballeros, 
Pronto me habré ido, 
Pero sólo déjenme que les advierta una cosa 
Antes de seguir mi camino, 
Cuiden de estar libres de mezquinas envidias 
Y no se guíen por el código de nadie, 
Y guárdense sus juicios para ustedes mismos 
O acabarán donde yo.

Colección Visor de poesía 1972
Versión de Antonio Rasines

 


 

 

Tren viajero

Hay un tren de hierro, que ha estado rodando a lo largo de los años 
Con una caja de combustible llena de odio y un horno lleno de temores 
Si alguna vez le habéis oído, o habéis visto su carcasa rota de color de sangre. 
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo. 

¿Os habéis parado alguna vez a pensar en todo el odio que lleva? 
¿Habéis visto alguna vez a sus pasajeros, a sus pobres almas confusas y enloquecidas? 
¿Habéis empezado a pensar que tenéis que detener ese tren? 
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo. 

¿Os cansáis alguna vez de los sonidos sermoneantes del miedo 
Cuando han golpeado vuestra cabeza y martilleado en vuestros oídos? 
¿Habéis preguntado sobre ello y no os han contestado? 
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo. 

Me pregunto si los líderes de las naciones son conscientes 
De este mundo asesino que me dejan en las manos 
¿Os habéis quedado despiertos alguna noche preguntándooslo? 
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo. 

¿No habéis estado nunca a punto de decir, o habéis dicho para vosotros mismos 
Que la persona que está a vuestro lado puede estar equivocada? 
¿Acaso el delirio de los locos hace enloquecer vuestras tripas? 
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo. 

¿Os deprimen acaso los maniáticos asesinos y los que odian? 
¿Os marean la política y los sermones? 
¿Os duele el corazón con los incendios de autobuses? 
Entonces habéis oído mi voz cantando y sabéis cómo me llamo.

Colección Visor de poesía 1972
Versión de Antonio Rasines
 

 

 

 

Una fuerte lluvia va a caer 


                       ¿Dónde has estado hijo mío
                       de los ojos azules ? 
                       ¿Dónde has estado mi pequeño 
                       querido? 
He tropezado en el costado de doce 
                        montañas nubladas 
He caminado y gateado en seis 
                        autopistas inclinadas 
Me he parado en el medio de siete 
                        forestas tristes 
He estado afuera de frente a una docena 
                       de océanos muertos 
He estado diez mil millas en la boca 
                       de una tumba 
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte 
Y es una fuerte lluvia la que va a caer. 

                       ¿Qué has visto hijo mío
                       de los ojos azules? 
¿Qué has visto mi pequeño 
                       querido? 
Vi un niño recién nacido con lobos salvajes 
                       a su alrededor; 
Vi una carretera de oro sin nadie 
                       en ella 
Vi una rama negra con sangre 
                       que seguía cayendo 
Vi un cuarto lleno de hombres 
                       con martillos ensangrentados
Vi una blanca escala toda cubierta 
                       de agua 
Vi diez mil conversadores con las lenguas 
                       todas rotas 
Vi revólveres y espadas filosas en las manos 
                       de pequeñuelos 
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte, 
Y es una fuerte lluvia la que va a caer 

                       ¿Qué escuchaste hijo mío
                       de los ojos azules? 
¿Qué escuchaste mi pequeño 
                       querido? 
Escuché el sonido del relámpago 
                       que bramaba advertencias 
Escuché el rugido de una ola capaz 
                       de inundar al mundo entero 
Escuché a cien tarn-tarns cuyas manos 
                       estaban incendiadas 
Escuché a diez mil murmurando 
                       y nadie escuchaba 
Escuché a una persona morir de hambre 
                       y a muchos reírse 
Escuché la canción de un poeta que murió 
                       en el arroyo 
Escuché los sonidos de un payaso que lloraba 
                       en el callejón 
Escuché el sonido de una persona que clamaba 
                       ser humano 
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte 
Y es una fuerte lluvia la que va a caer. 

                        ¿A quién encontraste  hijo mío
                        de los ojos azules? 
¿A quién encontraste mi pequeño 
                        querido? 
Encontré a un chico al lado de un pony muerto 
Encontré a un blanco arrastrando a un perro negro 
Encontré a una joven cuyo cuerpo se quemaba 
Encontré a un joven que me dio un arco iris 
Encontré a un joven que estaba herido de amor 
Encontré otro hombre herido de odio 
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte, 
Y es una fuerte lluvia la que va a caer. 

                       ¿Que harás ahora hijo mío 
                       de los ojos azules? 
¿Qué harás ahora mi pequeño 
                       querido? 
Me voy afuera antes que la lluvia 
                       comience a caer 
Caminaré hacia las profundidades de la foresta 
                       oscura más profunda 
Donde la gente es numerosa y sus manos 
                       están vacías 
Donde las píldoras de veneno están inundando 
                       sus aguas 
Donde la casa del valle encuentra 
                       la prisión húmeda y sucia 
Donde el rostro del verdugo está siempre 
                       bien escondido 
Donde el hambre es feo, donde las almas 
                       son olvidadas 
Donde el color es negro, donde nada 
                       es el número 
Y yo diré y lo hablaré y lo pensaré 
                       y lo respiraré 
Y lo reflejaré desde la montaña para que todas 
                       las almas lo puedan ver 
Entonces me pararé sobre el océano hasta 
                       empezar a hundirme 
Pero sabré bien mi canción antes de empezar 
                       a cantar 
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte,
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.

Versión de Marcelo Covian